Saturday 31 May 2014

El Principio de no Agresión y la Aporía del Vagón Desbocado

El Austroliberal, Birmingham 1 de Junio de 2014, por Jorge A. Soler Sanz


Epicuro: la justicia natural es un símbolo o expresión de la utilidad;
el prevenir que una persona dañe o sea dañada por otro.




La primera autora que expuso desde la Ética el problema lógico del vagón de tren[i] (fuera de control) fue Philipa Foot. Otros autores han introducido otras variantes de este problema (como las que veremos a continuación) y aportado distintas respuestas desde varias posturas utilitaristas, o la moral, pero en este artículo sólo estudiaremos el problema desde un enfoque racionalista y ético (de la argumentación).[ii] En su formulación  originaria Foot lo expone de la siguiente manera:

Supongamos que un juez o magistrado se vea encarado por un grupo de amotinados violentos que demandan que un determinado acusado sea declarado culpable bajo la amenaza de aniquilar a un cierto grupo de personas si no se cumplen sus demandas. Cómo no se sabe quién es el verdadero culpable, la única forma que tiene el juez de salir de semejante aporía es declarando culpable al primero que pase por la calle y determinando su ejecución. Junto a este ejemplo se presenta otro similar en el que un piloto cuyo avión está a punto de estrellarse tiene que tomar la decisión de dirigirlo o no hacia un área menos poblada. Para que la relación paralela sea lo más fidedigna posible, también se podría suponer en su lugar que éste es en verdad el conductor de un vagón de tren que se encuentra fuera de control y que sólo se puede desvíar desde una vía estrecha hacia otra; en una de las vías se encuentran trabajando cinco hombres mientras que en la otra se encuentra uno sólo. Cualquiera que se encuentre en alguna de estas dos vías morirá cuando pase el tren. En el caso de las revueltas los amotinados tienen cinco rehenes de tal forma que en ambos casos se supone que se tiene que decidir entre la vida de uno o las cinco restantes.[iii]

Así planteado el problema, la aporía surge porque, o bien no se hace nada y se deja morir a cinco personas, o bien se toma la decisión de tomar otro carril matando a uno para salvar al resto. Es decir, si el conductor del tren decide continuar su curso y no cambiar de carril los cinco trabajadores que se encuentran en la vía morirán, pero si éste cambia de curso, muere un inocente para salvar a los otros cinco. ¿Qué se debe hacer en tal coyuntura?


Digamos para ilustrar este ejemplo y subrayar la noción de "intencionalidad" que somos un matrimonio de judíos que se encuentran intentando cruzar la frontera con sus hijos durante la Alemania nazi y que somos detenidos en la aduana por las SS, la cual, nos presenta la siguiente disyuntiva: si escogéis a uno de vuestros cinco hijos y le ejecutáis delante de nosotros, os dejaremos huir con el resto a Suiza, pero si no tomáis ninguna decisión mataremos a todos vuestros hijos y os tendréis que marchar solos. En este caso, la disyuntiva es o bien matar a uno de nuestros hijos para que el resto pueda seguir vivo, o no tomar ninguna decisión dejándoles morir a todos.

Tanto en el caso del vagón de tren como en el de la familia judía que intenta cruzar la frontera, sólo se presentan dos posibles soluciones; o bien no hacer nada dejando morir a la mayoría, o bien hacer algo, lo que implica tener que matar a alguien para salvar al resto. El problema que se presenta aquí, por lo tanto, no consiste entre tener que eliminar cinco vidas para salvar a una o viceversa, sino en determinar la legitimidad ética de asesinar a alguien al objeto de evitar un mal mayor. El piloto del avión está aquí en mejor situación, pues al desviarse de su curso hacia áreas cada vez menos pobladas éste no estaría dirigiendo el avión contra nadie en particular pudiendo minimizar el riesgo para el conjunto de la población hasta el mismo momento del impacto, mientras que en los otros dos casos uno tiene que querer matar a alguien de forma consciente para salvar al resto, o no hacer nada y dejar que mueran todos (en el caso de los padres) o cinco (en el caso del tren). Es decir, que si el piloto del avión sobreviviera al impacto matando sólo a cinco, éste siempre podrá argumentar que su intención no fue la de matarles, pues de hecho su avión se encontraba de facto en curso de desvío (digamos hacia el extrarradio de la ciudad), mientras que en el caso del tren y la familia judía se tiene que querer matar a alguien para salvar al resto.

La solución frente a este tipo de aporías se presenta determinando quién cayó en desgracia en primer lugar y preguntándonos si nos es posible transferir esta desgracia de unos individuos a otros. El ejemplo de Block[iv] es especialmente significativo en este terreno. Aquí la disyuntiva se presenta entre elegir por nosotros mismos o la vida de un inocente que está siendo usado como escudo humano por un criminal que nos apunta con una pistola. ¿Sería legítimo en este caso disparar contra el criminal y correr el riego de matarle junto al escudo humano para salvarnos nosotros o dejar que aquel mismo nos mate? En este caso particular el primero que cayó en desgracia fue el escudo humano, y la pregunta que se plantea es si éste nos la puede transferir a nosotros al objeto de evitar su muerte a costa de la nuestra. Desde este enfoque, la solución al problema del tren pasa por no hacer nada, en el caso del escudo humano podemos actuar matando al inocente, mientras que en el caso de la familia judía nos resultaría legítimo matar para salvar al resto o no hacer nada (las dos soluciones son legítimas). Si partimos del caso de la familia de judíos, por ejemplo,  veremos que todos los hijos cayeron en desgracia, luego al seleccionar uno se estaría realizando un acto de caridad para socorrer al resto. Si partimos de la idea de que los padres no deben socorro a sus hijos, matar a uno de ellos para salvar al resto no es sino un acto de bondad por parte de los padres. Y como esto es así, no hacer nada también es posible, pues al dejar que mueran no estaríamos iniciando la violencia contra ninguno de ellos.

El lector tiene que darse cuenta de que hay una diferencia entre decir que:

1. Hemos secuestrado al conjunto de la población a la que mataremos si no se elige a alguien para que muera en su lugar y

2. Hemos secuestrado a cinco a miembros de esa población a los que mataremos si no se elige a alguien para que muera en su lugar

En 1. es la población entera la que ha caído en desgracia, mientras que en 2. sólo se trata de cinco personas. Esta sutil distinción hace que sea posible matar a uno para salvar al resto en 1 mientras que no es posible hacer lo mismo en 2 al no haber caído esa persona en desgracia junto al resto que se encuentra secuestrado. Si los padres no matan a uno de sus hijos, las SS lo harán por ellos, luego al pegar el padre o la madre el tiro no estarían añadiendo o restando nada. Y el no hacer nada, aunque incomprensible, también es legítimo al no deberle los padres ningún derecho de socorro a los hijos. Es decir, que el hijo ya se encontraba muerto desde antes de disparar los padres.

1. se asemeja al caso de la familia judía en el hecho de que todos los hijos hayan caído en desgracia. Supongamos que nos hallamos en el contexto de la cultura primitiva maya y los sacrificios humanos. En este contexto son un grupo de sacerdotes los que amenazan al conjunto de la población con entregar periódicamente a una de sus ciudadana vírgenes para ser sacrificada (a cuchillo) frente a los dioses o, de lo contrario, es la población entera la que muere. En este caso también sería legítimo que, por ejemplo, se estableciera un sistema de sorteo para determinar quién debe morir primero, pues ya se encuentran todos ellos muertos.

Siguiendo en esta línea, supongamos para el caso que durante la estancia de Neil Armstrong en la luna, un grupo de extraterrestres desalmados (digamos Darth Vader y sus secuaces imperialistas) nos comunican la siguiente amenaza: hemos dirigido el rayo laser de la estrella de la muerte contra la tierra; o bien matáis a Neil Armstrong y os salváis todos, o bien morís todos y nos llevamos a Neil Armstrong a vivir con nosotros a nuestro planeta. ¿Qué se debe hacer en este caso? Una cosa que podemos hacer es preguntarle a Neil Armstrong si quiere inmolarse para salvar a la humanidad entera, pero lo que no podemos hacer es tomar una decisión por él mismo. Este tipo de aporías surgen precisamente, no por un problema lógico o praxeológico, sino porque a la hora de aportar soluciones se quiere adoptar una postura moral o utilitaria. Es desde estos paradigmas que las posibles soluciones parecen contradecir ciertos supuestos, pero si se abandonan los supuestos de que parten este tipo de enfoques la respuesta es obvia. Sólo nos sería legítimo matar a Neil Armstrong en el caso de que los extraterrestres no prometieran llevársele con ellos y su muerte, al no tener ningún lugar al que regresar tras la destrucción de la tierra, sólo fuera una cuestión de tiempo. Nadie tiene en verdad derecho a transmitir su desgracia al resto sin consulta previa; e iniciar la violencia contra alguien es erróneo en todos los casos.




[i] Philippa Foot, The Problem of Abortion and the Doctrine of the Double Effect in Virtues and Vices (Oxford: Basil Blackwell, 1978).
[ii]  Para aquellos interesado en estudiar tales posturas véase: Judith Jarvis Thomson, Killing, Letting Die, and the Trolley Problem, 59 The Monist 204-17 (1976); Judith Jarvis Thomson, The Trolley Problem, 94 Yale Law Journal 1395-1415 (1985); Peter Unger, Living High and Letting Die (Oxford: Oxford University Press, 1996); Francis Myrna Kamm, Harming Some to Save Others, 57 Philosophical Studies 227-60 (1989).
[iii] Ibid.
[iv] Walter Block, The Human Body Shield,  Journal of Libertarian Studies, 22:625-630 (2011)

Friday 2 May 2014

Hakeando la Ley y el Gobierno en Ciudades Incipientes.

Hakeando la Ley y el Gobierno en Ciudades Incipientes. O Sobre cómo la Innovación Puede Solucionar Nuestro Árbol Tecnológico Social.
Por Zachary Caceres, Traducción de Jorge A. Soler Sanz.

En las afueras de Estocolmo, son los vándalos y las enredaderas los que reinan sobre las grandes factorías ya marchitas de la Eastman Kodak. Se trata de edificios fríos asentados en cáscaras de hierro y vencidos por la naturaleza y el paso inexorable del tiempo. Los muros se encuentran recubiertos de coloridas pinturas (que en ocasiones rozan la vulgaridad) hechas con espray. En palabras de un artista de grafiti: se trata de un "momento Kodak."

Tras su fundación en 1888, la Eastman Kodak se convirtió en la incontestable ganadora frente a sus competidores en el ámbito de la fotografía durante casi más de 100 años. Pero a principios del 2012, la misma compañía que una vez tuvo un valor capital de treinta mil millones de dólares y que daba trabajo a unos ciento cuarenta mil empleados, presentó la bancarrota.

Kodak fue víctima de la innovación-un proceso que el economista Joseph Schumpeter ya caracterizaba como "esos vendavales de destrucción creativa." Kodak sólo podía dominar el mercado en la medida en que no existiera una alternativa mejor y más estable en el mercado. Una vez esa alternativa fue creada (la fotografía digital), ello trajo con sí la firma de muerte para la empresa. El gigante de las cámaras de fotos comenzó a perder cuotas de mercado frente a empresas como Sony o Nikon hasta llegar a una situación donde, de pronto, "todo el mundo" necesitaba una cámara digital y Kodak sólo se veía en shows de antiguallas.

¿Cómo pasó esto? Christian Sandstrom, un tecnólogo del Instituto Ratio de Suecia, mantiene que las mejores innovaciones siguen un camino parejo.
From Fringe Markets to Mainstream

Las tecnologías disruptivas siempre surgen en "mercados alternativos," y normalmente se presentan como de menor calidad en prácticamente todos los sentidos. Las primeras cámaras digitales eras aparatosas, caras, pesadas y sólo conseguían hacer fotos de baja calidad. Sin embargo, toda innovación posee una ventaja frente a la tecnología dominante: en el caso de la cámara digital se trata del hecho de no necesitar film. Esta ventaja permite que la innovación satisfaga la demanda en determinados paquetes aislados del mercado. Lo normal es que una empresa dominante como Kodak obvie los pequeños nichos de demanda que se crean entre los primeros usuarios que comienzan a usar esa tecnología, y ello, por su posición dominante en el mercado.

Y, sin embargo, la nueva tecnología rara vez se queda aislada en los confines de los mercados alternativos. Al final, el funcionamiento de la misma empieza a mejorar y, de repente, comienza a rivalizar frente a la tecnología dominante. Las cámaras digitales, que permitían olvidarse del fastidio de tener que contar con film, con el tiempo, lograron resoluciones de pantalla incluso mejores que la cámara tradicional, simplificar su uso y reducir el precio. Kodak tanteo y trató de entrar en el mercado de la fotografía digital, pero ya fue demasiado tarde. La innovación barre todos los mercados y la firma dominante se hunde bajo las olas del cambio tecnológico.

Las innovaciones de tipo disruptivo hacen del mundo un lugar mejor desafiando monopolios como el de Kodak. Ésta sacude casi todos los mercados con excepción de uno: la ley y el gobierno.
Social Technology

El derecho británico de tradición oral, la democracia parlamentaria, el patrón oro: se nos haría extraño llamar a estas cosas "tecnologías." Pero W. Brian Arthur, un economista del Instituto de Santa Fe y autor de The Nature of Technology, sugiere que lo son. "Las organizaciones empresariales, los sistemas legales, los sistemas monetarios y los contratros...," escribre éste, "...poseen las mismas características que la tecnología,"

La tecnología hace uso de determinados fenómenos con un fin. Aunque pudiera pensarse que la tecnología debería dedicarse sólo a lo físico, como los electrones y las ondas de radio, la ley y el gobierno hacen uso de fenómenos sociales en su lugar. Es así que no sería descabellado decir que la tradición oral del derecho británico, o sus instituciones parlamentarias, constituyen "tecnologías sociales."

Hablar de innovación en "tecnología social" podría parecer algo inverosímil. Pero la gente también consideraba un día que el control que Kodak ejercía sobre el mercado de la fotografía era un dado (en algunos países "cámara de fotos" se dice "Kodak"). Sin embargo, tras el surgimiento de esta disrupción innovadora, ya nos parece que Kodak queda como algo obsoleto y que el cambio fue para mejor. Nuestros sistemas legales y políticos, entendidos como tecnologías, están tan abiertos a cambios de tipo disruptivo como cualquier otra. Como el ritmo de innovación en lo tocante a la ley y el gobierno es tan lento, lo normal es que tomemos nuestros aparatos tecnológicos sociales como algo que ya nos es dado y no resulta tan fácil de socavar a través de este tipo de disrupciones innovadoras.

Para poder entender la forma en que uno podría crear innovaciones disruptivas en el ámbito de la ley y el gobierno, primero necesitamos encontrar, tal y como Nikon hizo con Kodak, un área donde las tecnologías dominantes pudieran ser mejoradas.
Where Today´s Social Markets Fail

Existe una cantidad incontable de servicios que los actuales sistemas de ley y gobierno no son capaces de proveer en el mercado por todo el mundo. En muchos países en vías de desarrollo, la mayoría de la población habita en los márgenes de la ley.

Existe la dificultad de registrar determinados negocios. Lo normal es que los tribunales no reconozcan tales contratos. Muchos no pueden obtener permisos para construir una casa. Otros viven en el peligro y miedo constante debido a la imposibilidad de que tales sistemas de gobiernos fallen a la hora de otorgar los servicios de seguridad y orden público más básicos. La habilidad de empezar un negocio, construir una casa, ir al colegio, vivir en una comunidad libre de peligros-todas estas "funciones" de la tecnología social simplemente no están disponibles mara millones de personas.

Estos fallos de la tecnología social crean bastante pobreza y violencia. Los negocios que tienen éxito lo logran sirviendo a los intereses del poderoso, encontrándose así protegidos frente a la competición por decreto. Las redes de cooperación necesarias para el crecimiento económico no pueden formarse en entornos tan restrictivos. La falta de herramientas legales que lo permitan hace que los pobres carezcan de la capacidad para volverse emprendedores. Esto hace que los mayores inútiles puedan reinar sin rival en estos ámbitos.

Este es nuestro mercado paralelo.

Si pudiéramos encontrar una manera mejor de proveer alguno de estos servicios (incluso si no fuéramos capaces de realizar todas las funciones mejor que nuestro actual sistema político), podríamos encontrarnos en una posición similar a la de Nikon antes del colapso de Kodak. Desde esta posición, podríamos expandirnos y crecer hacia algo mucho más grande.

Hackeando la Ley y el Gobierno en Ciudades Incipientes.

Un movimiento creciente que se está dando por todo el mundo para construir comunidades nuevas nos ofrece una manera de piratear nuestra tecnología social actual. La nación anfitriona crea multitud de pequeñas jurisdicciones con gobiernos y sistemas legales independientes. Los ciudadanos son libres de ir de un lugar para otro y vivir en el ámbito jurisdiccional de su elección. Como cualquier tecnología nueva, estas ciudades de nuevo arranque compiten entre sí para proporcionar funciones nuevas y mejores-en este caso, proveer a los ciudadanos con los servicios y bienes que estos desean.

Una de estas zonas podría albergar a una de estas nuevas ciudades que sea pionera en algún tipo de ley sobre el medioambiente, ley o política que difiera con el resto. Otras, sin embargo, podrían ofrecer normativas medioambientales al gusto del consumidor financiero o universitario. Y otras también podrían tratar de introducir nuevos modelos de financiación de los servicios sociales.

Este tipo de ciudades incipientes constituyen poderosas alternativas frente a las arriesgadas e improbables políticas de cambio o reforma social. Las ciudades de nuevo arranque representan prototipos tecnológicos sociales nuevos. Y esos sistemas que cumplan las expectativas y sean provechosos podrán ser integrados en los sistemas nacionales.

Pero si las nuevas tecnología sociales llevan una zona al fracaso, tales modelos no se implementarían en toda la nación poniendo así en riesgo a la forma de vida de la comunidad en su conjunto. La gente puede abandonar estas ciudades incipientes en cualquier momento-poniendo así a todo el proyecto, de forma efectiva, "en bancarrota." Si una nación escoge el uso de capital privado para crear una nueva infraestructura o servicio, se protege a los contribuyentes ante el atascamiento implícito por tener que pagar por el costo motivado derivado de las malas decisiones de otra persona. Las ciudades de tipo incipiente también mejoran la voz democrática de sus ciudadanos al darles la oportunidad de abandonarlas en cualquier momento.

Mirando a nuestro mercado paralelo, una ciudad incipiente que se encuentre en una nación en vías de desarrollo podrían ofrecer la incorporación de leyes simplificadas y juzgados creíbles a los ciudadanos más pobres que quieran emprender alguna empresa. Otros proyectos podrían dedicarse a construir lugares seguros para vivir y el comercio a través de un sistema de seguridad y reforma policial. En realidad, muchas de estas funciones podrían (y deberían) combinarse de forma singular en un sólo proyecto en cada una de estas ciudades de tipo incipiente.  

De la misma forma en que las tecnologías buenas de tipo incipiente, este tipo de ciudades serían pequeñas y ágiles al principio. Pero en la medida en que la gente tenga libertad para entrar y salir, este tipo de ciudades crecerán y mejorarán con el tiempo. Lo que empieza como algo pequeño y sin mayores glorias en uno de estos mercados aislados, puede resolverse en una idea que podría florecer como paradigma del cambio social.

Varios países ya se encuentran desarrollando este tipo de ciudades incipientes, y muchos otros se encuentran considerando su posibilidad. Los primeros estadios de este movimiento serán con toda seguridad tan poco susceptibles de impresionar a nadie como la aparatosidad y aspecto ridículo de las primeras cámaras digitales. Las ciudades preocupadas por el largo plazo invertirán de forma sabía al objeto de desarrollar sus propias tecnologías sociales disruptivas a través de distintos proyectos pioneros. Lo más probable es que otras naciones-las más ricas y establecidas-ignoren estas reformas que toman lugar en estos "mercados aislados" por todo el mundo. Y ello podría hacer que éstas acaben como Kodak-vencidas por mejores competidores en posesión de mejores tecnologías sociales desarrolladas en países pobres y desesperados.

El pirata tecnológico social explora las limitaciones de los sistemas sociales al uso para crear algo nuevo. En un sentido, toda innovación disruptiva es pirata por naturaleza al habitar ésta en mercados aislados y paralelos-o en los entresijos del sistema imperante. Su futuro no está haciendo más que empezar, pero aquí sólo hace falta recordar la suerte de Kodak-el monopolio monolítico e imparable-para descubrir un mundo de posibilidades.

Esos interesados en aprender más sobre el movimiento desarrollado en torno a las ciudades de nuevo arranque puede visitar startupcities.org o contactar starupcities@ufm.edu.