Los autores de la escuela Austriaca de Economía como Ludwig Von MIses o Friedrich August Hayek siempre postularon que la propiedad privada era un requisito fundamental a la hora de desarrollar lo que ellos llamaron “el cálculo económico racional” (la idea de que el precio de bienes y servicios no puede determinarse de forma clara y con exactitud sin definir previamente derechos de propiedad). Con esta idea, Mises pretendió atacar la línea principal de pensamiento socialista poniendo en tela de juicio la posibilidad de una sociedad industrial y moderna en un entorno donde el Estado posee todos los medios de producción. En el fondo de esta cuestión, Mises ponía en tela de juicio el hecho de que la economía pudiera ser planificada de forma eficiente por parte del Estado negando los procesos de mercado y centralizando la producción y planificación del mercado.
La idea que impulsó a Mises a adoptar esta perspectiva se encuentra estrechamente relacionada con el mecanismo de precios y la información que este transmite a compradores, vendedores e inversores. Mises se dio cuenta de que era perfectamente posible usar en la producción cualquier tipo de material que fuera comparablemente eficiente con otros materiales igualmente útiles, pero que sólo el uso de los más baratos eran los más idóneos dependiendo del proyecto que se tratara. Por ejemplo, resulta del todo posible construir líneas de tendido eléctrico con plata, que es uno de los mejores conductores del mundo, pero hacerlo sería económicamente ineficiente en relación con otros materiales cuya eficiencia es comparable como el cobre y cuyo precio es mucho menor. Es precisamente gracias al mecanismo de precios (gente que puja al alza el precio de la plata debido a su escasez relativa con el cobre), que tales tipos de juicios pueden desarrollarse.
La idea que impulsó a Mises a adoptar esta perspectiva se encuentra estrechamente relacionada con el mecanismo de precios y la información que este transmite a compradores, vendedores e inversores. Mises se dio cuenta de que era perfectamente posible usar en la producción cualquier tipo de material que fuera comparablemente eficiente con otros materiales igualmente útiles, pero que sólo el uso de los más baratos eran los más idóneos dependiendo del proyecto que se tratara. Por ejemplo, resulta del todo posible construir líneas de tendido eléctrico con plata, que es uno de los mejores conductores del mundo, pero hacerlo sería económicamente ineficiente en relación con otros materiales cuya eficiencia es comparable como el cobre y cuyo precio es mucho menor. Es precisamente gracias al mecanismo de precios (gente que puja al alza el precio de la plata debido a su escasez relativa con el cobre), que tales tipos de juicios pueden desarrollarse.
Lo cierto del asunto es que la mayoría de autores socialista se tomaron este enfoque de la forma más serie paosible. Es así que autores como Oskar Lange o Abba Lerner, tras reconocer la aportación de Mises en este sentido, propusieran erigirle una estatua para que nadie olvidara el hecho de que el mecanismo de precios también opera sobre la base de todo sistema socialista. On The Economic Theory of Socialismo publicado en 1936, por ejemplo, Lange trató de aunar la teoría marxista y clásica del mecanismo de precios proponiendo un organismo central que fijara los precios por medio del ensayo y el error al objeto de ajustar posibles carencias y surpluses con las necesidades reales del mercado. La idea de Lange es que el socialismo podría funcionar si se sustituía la planificación socialista por el mecanismo de precios. La idea principal era la de promover la producción auspiciada por el estado hasta que el coste marginal de lo producido se igualara con el precio de mercado de tales productos. Fue también este autor uno de los primeros en reintroducir la idea de Pareto eficiente en la economía y el autor de los dos teoremas de la economía del bienestar (theorems of welfare economics): los equilibrios competitivos o walrasianos llevan a la eficiencia de Pareto (primer teorema) y todos los posibles resultados que son Pareto eficientes pueden lograrse mediante pagos en bulto redistributivos gestionados por el mercado (segundo teorema).
El profesor Huerta de Soto nos recuerda aquí, muy en la línea de pensamiento que Mises y Hayek desarrollaron frente a este enfoque, la imposibilidad de todo sistema central que imite los sistemas de mercado, cosa esta, que imposibilita el socialismo de raíz. El problema con este enfoque reside en la imposibilidad de poder contar con la información adecuada por anticipado en relación con los costes de oportunidad asociados con el uso. De esta manera, es imposible que un organismo central pueda contar con la cantidad ingente de información requerida para determinar los precios de mercado eliminando al mismo tiempo los costes asociados de transacción. Para el profesor Huerta de Soto esto resulta del todo imposible si se eliminan los incentivos individuales que son los que permiten precisamente la eficiencia en el uso de recursos, lo cual, sólo se puede conseguir en un marco privado de posesión y uso de los medios de producción. La idea de Lange de sustituir al subastero walrasiano (modelo de equilibrio clásico) por la figura del funcionario en el contexto de una economía de planificación central y socialista, es del todo imposible.
En Economic Calculation under Socialismo Hayek argumenta en contra de la posición socialista diciendo que la información de la que disponen los individuos para guiarles en su actividad económica es ingente, se encuentra fragmentada y varía de forma continua en función de nuevos descubrimientos y costos de oportunidad que surgen de manera constante en los procesos de mercado. Esta información se haya indisolublemente asociada a los procesos de mercado mismos y se encuentra ligada al proceso de descubrimiento empresarial mismo. Son dinámicas como estas lo que ha hecho precisamente postular al profesor Huerta de Soto que sólo un ejército de empresarios a pie de cañón tengan la posibilidad de realizar semejantes procesos, pues tal información no puede ser consolidada en un organismo único de planificación central. El mercado es un proceso que dispone de mecanismo de retroalimentación donde la información que los actores poseen puede verse obsoleta en los estadios siguientes debido a la nueva información o líneas de actuación que antes no resultaban patentes.
En esencia, pueden citarse dos resultados que hacen de toda economía de planificación central algo indeseable: 1 La ineficiencia a la hora de distribuir los recursos y 2 la supresión del proceso democrático y autogestión. El primero de estos efectos es logístico mientras que el segundo es moral o ético. Si bien por un lado todo sistema de organización central acusa de ineficiencias a la hora de asignar recursos de forma eficiente, lo cual lleva a la escasez y falta de recursos, por el otro la supresión de los procesos de mercado exige de la existencia de un organismo de planificación central que es incompatible con el proceso democrático de toma de decisión por parte del individuo.