Thursday, 28 August 2014

Helio Beltrao y el Mises Global

El Austroliberal, Birmingham 29 de Agosto de 2014, traducción de Jorge A. Soler Sanz
[Mises Brasil, 2011]
Que una persona en Suecia se haya tomado el tiempo para escribir un artículo dándole las gracias a Mr. Helio Beltrao, que es el fundador de Mises Brasil, puede que le choque al lector, y de esta manera uno se llegue a preguntar "qué relación existe entre Mr. Beltrao y un país que se encuentra en el otro lado del globo, con un ambiente que sólo se puede definir como el opuesto  de Brasil (tanto en relación con el clima como con la gente), y que dispone de una de las mayores tasas impositivas, y la reputación de poseer el estado del bienestar con más éxito, del mundo (por no decir el único)."

La pregunta está totalmente justificada, así que permítanme que la responda.

Todo esto empezó en un autobús que se dirigía desde Madrid a Salamanca. Era Octubre del 2009, y el Instituto Mises, en conjunción con el Instituto Juan de Mariana, había organizado una conferencia en Salamanca titulada "El Nacimiento de la Teoría Económica."

Tal y como explicó Rothbard en su excelente trabajo de dos volúmenes An Austrian Perspective on the History of Economic Thought, Salamanca fue famosa entre 1400 y 1500 gracias a sus escolásticos, como el padre Juan de Mariana. Los escolásticos de Salamanca se encontraban entre los primeros intelectuales dedicados al estudio de problemas económicos, y sucede que estos también fueron los primeros adalides de la Escuela Austriaca de economía. Fue en Salamanca que la Escuela Austriaca, o en verdad "la ciencia económica," vio la luz por primera vez. Después de 500 años más o menos tras este "Siglo de Oro," Salamanca se convirtió una vez más en el lugar de nacimiento de otra cosa, algo que sin embargo era mucho más pequeño y con mucha menos importancia. Se trata del lugar de nacimiento del Instituto Mises de Suecia, algo que nunca se habría dado sin la inspiración y ánimo de Mr. Beltrao.
Como breve introducción a esta historia, diré que Joakim Fagerström y este mismo servidor (que juntos hemos sido definidos por Mr. Beltrao como la mafia sueca) ya nos conocíamos del trabajo desde hace un año e hicimos amistad. Ambos estábamos bastante interesados en las ideas austroliberales y el pensamiento económico, y teníamos el deseo de "hacer algo" para "contrarrestar la balanza." Ambos sentimos que Suecia necesitaba algo así de forma desesperada, y como el bloguero sueco austroliberal más famoso se había ido a trabajar a la Unión Europea (a la cual éste se refiere de forma cariñosa como "la Estrella de la Muerte) se dio un vacío en el medio que había que rellenar. Se dice que la Naturaleza detesta el vacío, así que ambos sentimos la necesidad de montar algo para rellenarlo.
Al principio teníamos muchas ideas, y es ahora que puedo decir en retrospectiva que se trataba de ideas horribles que no nos habrían llevado a nada. Sin embargo, la idea de hacer algo nos llamó bastante, y fue ese día, durante el 2009, en el autobús de camino a Salamanca, que conocimos a Mr. Beltrao.
Joakim, otro amigo y yo mismo nos encontrábamos en el autobús, situados dos filas más allá de dos brasileños que hablaban un idioma que no pudimos comprender. Se trataba de Mr. Beltrao y Fernando Ulrich, que por aquel entonces se encontraban estudiando el máster de Economía Austriaca con el profesor Huerta de Soto. Enseguida mantuvimos una conversación, y en breve nos dimos cuenta de que Mr. Beltrao era el fundador del Instituto Mises Brasil. Éste empezó explicándonos lo que se hizo en el Mises de Brasil, cómo lo lograron, etc., y todos llegamos a escucharle con bastante atención.
Llegados a un punto, me di la vuelta para mirar a Joakim y dije que esto era precisamente lo que deberíamos hacer en Suecia. El único problema es que nadie tenía ni idea de cómo hacerlo. Maldita sea, ¿se podría siguiera empezar con un centro de estudios? ¿Cómo podríamos hacer tal cosa? Así que decidimos preguntarle a Mr. Beltrao, el cual nos dió la mejor respuesta posible:
Éste dijo: "simplemente hacerlo."
Y si, en verdad fue así de simple. Se trata de motivarse, empezar a trabajar e imaginarse el resto mientras sucede. Se trataba de algo que era simple y emocionante al mismo tiempo.
Durante la conferencia de Salamanca, que incluía, entre otros, a conferenciantes como Hans-Hermman Hoppe y Walter Block, tuvimos muchas más conversaciones, unas más serias que otras. Durante estos encuentros ya teníamos un plan en marcha. No sólo parecía posible su realización, sino necesario. Se trataba de algo que simplemente había que hacer, y que de forma definitiva podía realizarse.
De regreso a Suecia, nos pusimos a trabajar ya desde la llegada. Comenzamos a traducir artículos y a diseñar una página web, y a los cuatro meses más o menos de nuestro primer encuentro en Salamanca, creamos el Instittuo Ludwig von Mises de Suecia.
Los costes fueron bajos, el trabajo se había hecho (y seguiría haciendo), y el momento fue el adecuado.

No teníamos muchas esperanzas. Teniendo en cuenta que Suecia es un país muy pequeño, con una tradición socialista de peso (más de 80 años de gobierno democrático sin interrupción), y donde incluso la derecha puede considerarse como la más socialista del mundo, el pronóstico de visitas esperado era de unas 40 ó 50.
Sin embargo, en sólo un mes, ya teníamos a más de 100 individuos visitando la página al día. Esto era más de lo que se podía esperar, y cuando vimos que los números iban en aumento, aunque lentamente, esto nos inspiró para continuar. Hasta la fecha, después de más de un año en existencia, hemos logrado, entre otras cosas:  
·         Publicar más de 150 artículos, e incontables blogs.
·         Una serie de lecturas organizadas en el Royal Institute of Technology estructuradas en cuatro partes, de dos horas cada una, sobre economía. tituladas Econ101.
·         Un seminario frente al Finance Regulatory Committee  donde hablamos de la banca y el sistema monetario.
·         Un puñado de conferencias sobre la libertad, economía y el entorno.
·         La adquisición del manuscrito y el derecho a publicar Economic Policy de Mises (que creo es el primer libro que publicaron en el Mises de Brasil).
·         La traducción de otros dos libros que se encuentran en espera de publicación.
·         La adquisición de los derechos de reedición de otros tres libros por parte de Mises y Hazlitt.
·         Fuimos parte organizadora del primer Freedomfest de Suecia, donde recibimos a más de 100 visitantes.
Algo que debería mencionarse antes de continuar es que nada de esto habría sido posible si no hubiera sido por la actitud totalmente generosa del Mises Institute, que permite que cualquiera, en cualquier lugar, use y publique los materiales que quiera.
Antes de comenzar, tuvimos varías conversaciones con Jeffrey Tucker sobre esto, y nos sorprendió su gran generosidad y actitud abierta. Él entendió bien la importancia de promover ideas de una manera completamente descentralizada. Por supuesto, sin esta actitud no habríamos podido estar donde estamos en la actualidad, y a escala global, ya se puede ver el impacto provocado por esta actitud. Cuando empezamos con el Mises de Suecia, ya había otros 5 institutos Mises por todo el mundo, y hoy por hoy, un año y medio después, ya hay unos 20. La estrella de mar austroliberal está aquí para quedarse.
Hoy por hoy, disponemos de un promedio de visitas de 200 ó 300 personas todos los días. Puede que esto no parezca gran cosa, pero tal y cómo Lew Rockwell dijo en una ocasión, dado el estado de la opinión pública actual, se hace fácil marcar la diferencia. Yo no sé si se tratara o no de una gran diferencia, pero se trata de una clara.

Gracias a la inspiración continua y apoyo por parte de Mr. Beltrao, el futuro de la libertad en Suecia parece prometedora, y esperamos con entusiasmo lo que el futuro nos pueda traer. Es cierto que se podrán dar tiempos duros, pero esto no hace sino que nuestro trabajo sea todavía más importante. Tal y como Hoppe dice, la historia se determina en última instancia por las ideas, tanto si son buenas como falsas; y la ideas, al menos en principio, pueden cambiar de forma radical. Esta es la razón de que uno no pueda quedarse corto a la hora de subrayar la importancia de educar a la gente en estas ideas sobre la paz, la cooperación y la cordura en el pensamiento económico cuando se atraviesan tiempos difíciles.
Tal y como Mises dijo de forma tan elocuente,
Todo el mundo lleva en sí una parte de la sociedad sobre los hombros; a nadie se le exime de su parte de responsabilidad para con los demás. Y nadie puede situarse en lugar seguro si la sociedad se dirige hacia la catástrofe. Por lo tanto, es tarea de todo el mundo el esmerarse a la hora de librar esta batalla intelectual. Aquí no parece posible quedarse en el margen y sin preocupación alguna, pues el resultado de la misma afecta a todo el mundo. Tanto si uno lo elige como si no, nos encontramos arrojados de lleno en la gran batalla de la historia, la batalla decisiva en la que nos sumerge cada época.

No cabe duda de que el Sr. Beltrao está aportando su parte. Él representa una luz resplandeciente dentro del movimiento austroliberal, y yo me considero afortunado por poder contarle entre mis amistades. 
La caricatura que se hace del amante de la libertad orientado hacia la libertad de mercado es la de un ser sin corazón y avaricioso que no se preocupa por nadie más que por sí mismo, y al que sólo le interesa el progreso, el progreso y el progreso. Mr. Beltrao no podría hallarse más alejado de esta imagen grotesca. Se trata de una persona realmente genuina y con un gran corazón, que siempre dispone de una sonrisa y que posee una pasión sin igual por la justicia y la humanidad en su totalidad.
También se trata de un buen amigo.
Es así que te doy las gracias Helio, mi buen amigo, por ser una fuente de inspiración continua para mí y todos los que vivimos aquí en Suecia. Todos nosotros te saludamos y damos las gracias por tus primero 1000 artículos. Brindemos juntos para que se den otros 1000.
Y como decimos en Suecia, hip, hip, hurra!
En libertad,
Mises de Suecia


Thursday, 7 August 2014

¿Qué es el Axioma de no Agresión?

El Austroliberal, Birmingham 7 de Agosto de 2014, por Jorge A. Soler Sanz

El NAP o axioma de no agresión siempre ha tenido una función metateórica para con la práctica jurídica además de tratarse de un tema recurrente de la historia inspirando a muchos autores. En Herbert Spencer, por ejemplo, tenemos la así llamada "ley de libertad equiparable" o "de la libertad entre iguales." Esta ley dice que todo hombre tiene derecho a reclamar para sí el uso total de sus facultades de modo compatible con el ejercicio de esa misma libertad en otros hombres. Es decir, que uno tiene libertad de obrar y actuar siempre y cuando la propia acción no infrinja el principio de libertad que se presupone en todo ser humano. Otra forma de enunciar el principio lo tenemos en John Stuart Mill, que se refería al mismo como "el principio de daños," y que mantiene que la libertad de los individuos sólo debe limitarse cuando se atente contra la integridad física de otras personas. Aquí tenemos uno de los principios fundacionales de la actividad de gobierno, pues se entiende que el poder sólo tiene derecho a limitar la libertad individual cuando ésta atente contra la integridad de las personas y sus propiedades. En este enfoque, la libertad humana no tiene otros límites que esos que limita el mismo principio de libertad en otras personas, evitando dañarlas o coaccionarlas en el uso de este derecho. En la literatura contemporánea se ha querido ver una de las primeras formulaciones occidentales (marco de la cultura escandinava y nórdica) en el principio de Wiccam. El principio Wiccan (Wiccan Rede) constituye un enunciado clave para interpretar ciertos sistemas paganos en el marco de la tribu y la aldea. La formulación del principio dice que "an it harm none, do as ye wilt," donde "an" es una forma arcáica del inglés medio que funciona como una partícula condicional, mientras que "ye" es una forma dialectal o coloquial de "tú." La traducción de este principio, por lo tanto, sería "si no causa daño a nadie, actúa según te plazca."


El NAP parece que tiene su formulación originaria en reglas de tipo reflexivo, como la así llamada "Regla de Oro" o "Golden Rule" que se basa en una ética de la reciprocidad. Este principio se suele dividir de forma tradicional en dos partes. La primera representa su forma directiva  y dice que "uno debe tratar a otros del mismo modo en que uno quiera ser tratado. En su forma cautelar el principio dice que "uno no debe tratar a los demás del modo en que a nosotros mismos no nos gustaría ser tratados." Algunos autores han llegado a mantener incluso que principios como el de la Regla de Oro se también se encuentra de forma explícita en las primeras contribuciones del confucianismo (551-479 BC), el hinduismo, el budismo, el taoísmo y el zoroastrismo (Rustworth Kidder, Greg M. Epstein y Simon Blackburn entre otros). En el Código Hammurabi (1780 BC), por ejemplo, se habla de la Ley del Talión, que también expresa la misma reciprocidad en la famosa formulación del "ojo por ojo, diente por diente." En la tradición confuciana se dice que uno de los discípulos de Confucio, Zin Gong, le preguntó a su maestro en una ocasión si existía alguna práctica que sirviera como regla general y guía de vida, a lo que éste respondió con una pregunta: ¿no es la reciprocidad tal regla? Uno de los ejemplos más tempranos de esta formulación ya se encuentra reflejada en la antigua idea del "Maat," que proviene del egipcio arcaico y aparece en la historia del Campesino Elocuente (circa 2040-1650 BC): actúa del mismo modo que quieras que los demás actúen contigo.  

Este tipo de formulaciones también han constituido un tema recurrente en la antigua Grecia y los orígenes del pensar filosóficos. Es así que autores como Pitaco (650-580 BC) nos recuerdan que "no se debe tratar al vecino de forma contraria a como nosotros mismos esperaríamos que éste nos tratara," o Tales de Mileto (624-546 BC), que dijo "evita hacer a los demás aquello por lo que tú mismo les harías responsables. Sexto el pitagórico, por ejemplo, dijo que "no se debe hacer a los demás lo que uno no quiere que los demás le hagan a uno." Y en la República de Platón, Sócrates acaba diciendo en uno de los diálogos "...con esto se prueba que dañar a los demás nunca puede ser justo." Otros autores son Epicteto, Isocrates  o Epicuro, el cual enseñó a sus discípulos a no dañar ni permitir recibir daño alguno. Ya en la antigua Roma, Seneca, que en ello se hizo probablemente eco de las palabras de Publilio Siro, un esclavo liberto de la época, dijo que " ab alio expectes alteri quod feceris " (espera de los demás el mismo trato que tú les das).

Todas estas formulaciones se basan en el principio de reciprocidad, y todo principio de reciprocidad, tal y como hemos indicado antes mediante las ideas de "cautela" y "mandato," dispone de una formulación positiva y otra negativa. Mientras que en su acepción positiva este principio sólo mantiene que se debe retornar favor por favor, en su acepción negativa éste vendría a establecer los límites en función de los cuales se legitimiza la posibilidad del castigo y su proporcionalidad (ojo por ojo, diente por diente). Si en el primer caso se trata de devolver favores, en el segundo caso se trata de devolver heridas. En el enfoque praxeológico que se hace desde la ética de la argumentación, la normatividad del principio surge precisamente de asumir el supuesto de una existencia humana en su ausencia. Como los hombres viven en guerra constante entre sí y el medio ambiente que les rodea, de la única manera en que uno puede exigir derechos frente a otros es si al mismo tiempo uno se compromete en respetar esos mismos derechos en los demás. Lo normal, en este enfoque, no es un entorno idílico en el que todos los hombres se respetan entre sí, sino otro de guerra constante. Es decir, que el principio de no agresión no presupone que a uno le deban respetar los derechos sólo porque nosotros respetemos los de los demás, sino que es imposible esperar que a uno mismo se los respeten sin ese compromiso previo. En su formulación positiva, este principio sólo dicta no agredir a ese que no nunca inició la violencia contra nosotros, mientras que en su acepción negativa éste invitaría a devolver la agresión a ese que la inicia contra nosotros, que es el estado natural de las cosas. El axioma de no agresión, por lo tanto, es algo que surge como propuesta ética frente a los demás en un orden del mundo que se presupone en guerra constante.

El único mérito que tiene la moderna enunciación de este principio estriba en su normatividad, que es precisamente el aspecto que lo convierte en un axioma. El NAP o principio de no agresión se vuelve un axioma precisamente cuando éste se inserta en una ética de la argumentación. La normatividad del principio surge aquí en el intento de validar reglas frente al otro que no cumplan estos criterios universales de reciprocidad y simetría. Como en este enfoque los derechos humanos no existen de forma anterior a su declaración formal, toda pretensión de obtener un derecho debe surgir como propuesta ética realizada frente al otro. Es decir, que en este enfoque, sería imposible proponer tales cosas como "quiera yo robar y matar pero que los demás me respeten la vida y mis posesiones," o "siempre y cuando yo realice el mal, quiera yo que se me recompense con el bien." Si uno quiere reclamar un derecho para sí con un mínimo de seriedad frente a otros seres humanos, y proponer que ello sirva como norma en un mundo de guerras constantes, será del todo imposible evitar este camino de ida y vuelta (reflexividad y simetría) que exige toda formulación que se quiera realizar de las normas que lo justifica. Es en esto precisamente en lo que consiste la diferencia entre principios normativos y principios convencionales. Mientras que estos últimos serían del todo arbitrarios (quiera yo que todos los domingos la gente lleve un sombrero rojo), los segundos contienen en su formulación una razón del por qué se debe respetar la norma (yo no puedo esperar respeto si no respeto al mismo tiempo a los demás). Esto no quiere decir que las personas no puedan querer ser injustas, o que en ello consista una contradicción, sino que nadie puede proponer esto como norma frente a los demás con un mínimo de seriedad (es decir, con pretensiones normativas).

Algo importante a destacar aquí es que este sentido de normatividad no apunta a la limitación que debe imponerse en la conducta del otro, sino a la que uno mismo debe imponerse para que eso que se enuncia tenga una validez intersubjetiva en el espacio social. Es precisamente esta pretensión de intersubjetividad la que me obliga a proponer reglas que cumplan el principio de simetría frente a los demás. Realizar aquí propuestas que atenten contra este principio sólo añade al estado de guerra previo en el que habitan los hombres y, por lo tanto, no solucionan problema alguno. La normatividad de este principio ético o axioma de no agresión surge precisamente del intento de superar ese estado de guerra constante en el que viven los hombres. Decir que uno tiene derecho a la vida, por ejemplo, sólo tiene sentido como pretensión o esperanza de que otros seres humanos me respeten este derecho de forma condicional a mi renuncia previa por la violencia, la cual tampoco es absoluta, sino condicional y dependiente de la conducta del otro.


La idea de derechos absolutos es descartada en este enfoque porque ello implica la idea de que uno puede gozar de un derecho sin obligaciones "renunciando así al requisito de simetría." Si yo, como propuesta ética, mantuviera frente a los demás que poseo un derecho absoluto a la vida, la educación, la salud, etc., en ello me estaría eximiendo a mi mismo de responsabilidades pero exigiendo al mismo tiempo a los demás que estos no renuncien a su obligación de otorgarme estos derechos. No puede existir algo así como un derecho absoluto porque no tiene sentido formularlo sin tener en cuenta este criterio de simetría. Los individuos que mantienen esta postura en el fondo parten del supuesto implícito y no consciente de que el resto de los hombres sólo existen para satisfacer sus necesidades, a los que inconscientemente se les dota de la categoría del esclavo. Esto es importante porque se debe subrayar la idea de que el NAP no es un derecho natural, sino una condición normativa que permite a los hablantes realizar propuestas éticas con sentido en sociedad. En su formulación expresa, el NAP no es más que un principio metateórico de fondo que nos permite distinguir el uso de la fuerza del uso de la violencia, y ello, en función de quién da el primer paso a favor de las hostilidades.