El Austroliberal, Birmingham 12 de Abril de 2014, por Jorge A. Soler Sanz.
El tema de la
justicia, y de la relación que ésta debe mantener con los más desprotegidos,
quizá sea el tema más candente sobre el tapete de la discusión liberal, lo que
en ocasiones acaba separando a los de un signo y enfrentándoles a los del otro.
A muchos austroliberales este tema también les hace huir y abandonar una postura
praxeológica estricta, pues esto les parece más oportuno que aceptar sin
rechistar este resultado al que nos obliga la lógica. Personalmente, hemos
podido comprobar, en contadas ocasiones, como del entusiasmo se pasa a la duda,
y de ésta al abandono de la postura y el consiguiente olvido. Muchos
minarquistas liberales han preferido adoptar este enfoque precisamente por este
resultado y no por otros motivos. Y, normalmente, se nos puede distinguir a
unos y a otros en función de la actitud que tenemos de forma individual
respecto al gasto público, es decir, si a favor o en contra.
De manera muy
breve, aquí bien pude decirse que muchos liberales confunden la crítica moral
con la crítica ética. Lo normal, desde un punto de vista del derecho, no es que
estas consideraciones en abstracto tomen las riendas en lo social y
se establezcan como práctica jurídica, pues los sistemas legales de cada
sociedad suelen ordenarse en función del conjunto de normas consuetudinarias
que dan forma a cada una de las tradiciones del derecho. Es decir, que resulta del todo posible postular un sistema legal en abstracto que
sirva para todo lugar y cultura permitiendo al mismo tiempo que cada una de las
mismas haga diferenciación respecto del axioma de no agresión adaptándolo a sus propias peculiaridades
idiosincráticas.
La razón de que este autor haya adoptado un enfoque praxeológico fuerte no se debe a nuestra maldad innata, sino que se debe al hecho de que cada cultura o cosmovisión
particular del mundo parta de una idea distinta en relación a la dignidad y la
serie de atributos que le da al hombre y la ciencia no puede depender de opiniones o supuestos. Mientras que para algunos el hombre
tiene derecho a la vida por su mera condición de hombre, otros le atribuyen
derechos desde el preciso momento de nacer, otros desde antes ya de su
nacimiento, o se dice que el hombre tiene derechos por ser racional, o por
poseer una alma inmortal, o por su mera condición de hombre, o porque éste
posee sentimientos, etc. Es decir, que todo sistema moral, sea éste del signo
que sea, parte de supuestos no demostrados en función de la idea que se tenga
de "hombre," y es desde este horizonte que cada cultura ve nacer un sistema legal adaptado a sus necesidades.
En cuanto a la reflexión ética, sin embargo, y sobre todo si nos interesa la praxeología, resulta del todo insatisfactorio partir de una hipótesis (como la de que el hombre tiene derecho a la vida por su mera condición de hombre) a la hora de sentar las bases metodológicas sobre un sistema legal y sus principios. Mientras que el enfoque de la moral es convencional, aunque no necesariamente arbitrario, el enfoque de la ética debe de ser normativo; y ello, si una de las pretensiones que se dice que se tiene es la de superar toda cultura o localismo.
En cuanto a la reflexión ética, sin embargo, y sobre todo si nos interesa la praxeología, resulta del todo insatisfactorio partir de una hipótesis (como la de que el hombre tiene derecho a la vida por su mera condición de hombre) a la hora de sentar las bases metodológicas sobre un sistema legal y sus principios. Mientras que el enfoque de la moral es convencional, aunque no necesariamente arbitrario, el enfoque de la ética debe de ser normativo; y ello, si una de las pretensiones que se dice que se tiene es la de superar toda cultura o localismo.
Que no se
entiende bien lo que debe pertenecer a un ámbito (moral) y lo que debe de
pertenecer al otro (ética) es lo que hace que muchos liberales acaben
postulando una u otra forma de gasto público, cosa ésta que tampoco nos debe
extrañar (la tendencia es a que lo local tome preeminencia sobre lo abstracto y normativo, que siempre ejerce una función latente de guía). Y sin embargo, la elegancia metodológica nos exige por su parte (o al menos en el ámbito de la ciencia) el
abandonar los supuestos o hipótesis ad hoc, pues las razones que se dan no son
"metodológicas" sino "sentimentales." Muchos liberales han
acabado conformándose con una idea edulcorada del axioma de no agresión precisamente al objeto de quitarle
eso que muchos consideran su punzón venenoso. O por expresarlo de otra manera,
para hacerlo más palatable y políticamente correcto (que es lo mismo que decir
"adaptarlo a las necesidades y cosmovisión de fondo del paradigma
socialdemocráta).
En verdad no existe otra razón para la repulsión y rechazo que causa el axioma de no agresión en lo tocante al trato del menor y los más desfavorecidos. Las personas se dan en un mundo cultural o de la vida, y ello hace que sea tan difícil la tarea de abstracción para el individuo en relación con su significancia en el particularismo local en el que habita. O expresado de otra manera, algo que no sea capaz de pasar por el filtro socialdemocráta adaptándose a su cosmovisión de fondo nunca podrá darse como propuesta en lo social en una campaña política.
En verdad no existe otra razón para la repulsión y rechazo que causa el axioma de no agresión en lo tocante al trato del menor y los más desfavorecidos. Las personas se dan en un mundo cultural o de la vida, y ello hace que sea tan difícil la tarea de abstracción para el individuo en relación con su significancia en el particularismo local en el que habita. O expresado de otra manera, algo que no sea capaz de pasar por el filtro socialdemocráta adaptándose a su cosmovisión de fondo nunca podrá darse como propuesta en lo social en una campaña política.
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