Friday 24 January 2014

En contra del coeficiente de caja, a favor de la banca fraccionaria

El Austroliberal, Birmingham 24 de Enero de 2014, por Jorge A. Soler Sanz

Los austriacos que defienden un coeficiente de caja al 100% argumentan que el banco no debe/no puede prestar fondos que no son suyos, o adelantar pago alguno con el dinero de sus clientes. Si yo deposito 100 euros en una cuenta corriente y el banco prestara un tanto por ciento de ese dinero con la excusa de que yo no lo necesito todo al mismo tiempo, el banco estaría cometiendo fraude, pues con ello éste estaría usando unos fondos que no son suyos para perseguir unos intereses propios. Yo el único problema que veo aquí es si el banco emite más recibos que aval bancario disponga, pero no que éste mueva el dinero ya existente y que se encuentra ocioso. Por "aval bancario" entiendo cualquier cosa que pueda ser monetizada y que el mercado perciba como el más líquido de entre todos los bienes presentes (oro, plata, deuda, etc.).

Un argumento que esgrimen los austriacos que defienden el coeficiente de caja al cien por cien dice que toda forma de inflación afecta al valor subjetivo percibido por algo, pero también la liquidación de esa deuda. Si por un lado el aumento de la masa monetaria implica inflación, su extinción conlleva deflación. Además, desde una teoría del derecho no resulta muy coherente exigir que una de las actividades del gobierno resida en cosificar el valor de mi patrimonio. Esto es como exigir por ley que la gente perciba de manera unívoca el valor de algo. Es decir, que yo no puedo exigirle a un banco, por ejemplo, que no cree deuda de nuevo cuño. Si yo pudiera hacer esto, también podría exigir como productor de bananas que nadie más que yo tenga derecho a producirlas ya que la producción de otros deprecia el valor subjetivo que tiene mi commodity en el mercado.

Incluso en el supuesto caso de que se decretara por ley un coeficiente de caja al cien por cien, todavía seguiría habiendo una diferencia entre el dinero de caja y ese que se encuentra en circulación ya que el individuo tiene una tendencia a adelantar los pagos en el tiempo. Por continuar con el ejemplo anterior, supóngase ahora que el productor de este bien de consumo es otro y que yo soy el vendedor, que en este caso, está esperando un cargamento de plátanos de Canarias que no llegan. Supongamos también que tengo deudas presentes y acuso una falta de liquidez que esperaré solucionar cuando me llegue mi cargamento de plátanos y los pueda vender. Si, por regla general, me dedico a realizar esta actividad todos los días con éxito garantizado, el banco siempre podrá adelantarme el pago de mi deuda y después liquidar esta cantidad cuando me lleguen los plátanos y los pueda vender. Y esto, también crea inflación, pues esta transacción ocurre en un contexto donde decrece la demanda de dinero a favor del crédito, y es obvio que nadie puede impedir a un banco que quiera adelantar pagos en el tiempo.

La única diferencia entre el dinero y el resto de bienes presentes es que el dinero constituye el más líquido de entre todos los bienes, luego aquél estará sujeto a los mismos mecanismos de la oferta y la demanda que el resto de bienes de consumo o productivos del capital. En este orden de cosas, no se tiene más razón que otra a la hora de decir cuál de entre todos los bienes presente debe de ser protegido frente a este tipo de inflación, pues lo único que diferencia al dinero del resto consiste precisamente en su mayor liquidez. En un sistema de caja al cien por cien en verdad ocurrirían el mismo número de transacciones, pues no se debe extender una letra real contra bienes que no sean líquidos, pero éstas se alargarían en el tiempo. En el caso del cargamento de plátanos ocurriría que yo no podría pagar mi deuda hasta que recibiera el cargamento, lo que aumentaría la demanda por líquido y llevaría a un proceso deflacionario. La única diferencia es que, debido a la preferencia temporal de los actores económicos, en el primer caso tengo menos poder adquisitivo con mi dinero mientras que en el segundo me cunde más.

Aquí no debemos olvidar que las prácticas fraccionarias de la banca y el efecto multiplicador del dinero no es algo que ocurre sólo hoy día con la instauración del sistema de reserva federal, sino que la misma constituye una práctica que ya de por sí realizaban los bancos al margen del banco central. Desde un punto de vista teórico, el único problema con este tipo de banca reside en decretar por ley el tanto por ciento de caja, pues ello dificulta el cálculo económico. La percepción del riesgo que implica tener un 10% o un 20%, o el que sea, es algo que sólo cada entidad particular podrá determinar en un tiempo dado y no como algo constante que deba mantenerse igual en el tiempo. El problema aquí es que no se puede determinar de forma a priori la relación idónea entre el dinero de caja M1 y el dinero que se encuentra en circulación M2. Habrá situaciones de incertidumbre donde los bancos podrían preferir aumentar este requisito muy por encima del 10%, mientras que en otras situaciones más relajadas se podrá estimar que tener tanto de reserva no resulta práctico en función de la demanda que se dé por el líquido.


La banca fraccionaria es free banking, y esta actividad debería darse en un contexto sin banca central. ¿Pueden los bancos ponerse de acuerdo e imprimir a un mismo ritmo esperando que el sistema de liquidación de pagos entre los mismos iguale la inflación sin poner a ninguno de ellos al descubierto? Por supuesto que pueden, pero una cosa es criticar algo y otra bien distinta es aportar una solución al problema de la banca fraccionaria, luego no tiene mucho sentido postular una banca central que para solucionar este problema se dedica ella misma a emplear este tipo de prácticas. Si en verdad a nadie se le ocurre una solución frente a este problema, pues entonces resulta que estamos estancados en el mismo y que solución no hay. La única pregunta con sentido que tiene sentido realizarse uno aquí es si estamos en mejor o peor situación en un contexto con o sin banco central, y la respuesta es obvia: sin banco central estaríamos mucho mejor. La pregunta encaminada a determinar la legitimidad o no de la banca fraccionaria, sin embargo, no tiene sentido.

1 comment:

  1. Tu argumento sería válido para una moneda propia del banco, en solitario o consorciado con otros bancos que ya pactarían entre si las reglas que quisieran. El caso es que en cuanto el estado dicta leyes de curso legal y privilegia al banco para emitir esa moneda única de curso legal obtiene el derecho para intervenir. Por supuesto yo prefiero que no haya intervención reguladora pero tampoco privilegio bancario sino soberanía estatal sobre la moneda o bien cancelar las obligaciones sobre el curso legal y que los bancos emitan moneda privada, ya elegirá el mercado a partir de ahí.

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