Monday, 16 June 2014

Predicciones Económicas

El Austroliberal, Birmingham 17de Junio de 2014, por Jorge A. Soler Sanz

Tratar de observar regularidades en el estudio de la historia constituye en verdad un esfuerzo "banal" de poco provecho. Lo cierto es que la historia nos da ejemplos probados de fenómenos tales como la inflación o los ciclos económicos, pero formular leyes partiendo de estos datos es del todo erróneo. Que de la fijación de precios, por ejemplo, podemos predecir el agotamiento de los recursos, no constituye una "hipótesis plausible" susceptible de verificación, sino una "ley" que se cumple en todo tiempo, lugar y contexto. Dependiendo de la forma en la que se haya llegado a una conclusión, esta puede ser válida o errónea. Todos los enfoques económicos que de forma inductiva pretenden construir un saber sobre la experiencia pecan de la misma cosa. Y es que en verdad esta forma de operar ni siquiera debería considerarse "científica," pues su resultado final es siempre un monstruo. Cuando desde la filosofía de la ciencia hablamos de "teoría" no nos referimos simplemente a un conjunto de ideas, sino más bien a un cuerpo de creencias integrado (y elegante) en un "sistema" teórico que nos permita deducir consecuencias observacionales. Y aquí sólo con juntar ideas no basta. Debido a la forma tipo "colaje" de operar propia de los enfoques inductivistas (que en lo fundamental se reduce a ir juntando piezas sueltas e inconexas entre sí), su resultado final se parece más a un "Frankenstein" que al hombre feliz de los Epicúreos y Pitagóricos.

Algunos autores de la Escuela de Chicago (y muy en particular David Friedman), nos acusan a los teóricos austriacos de no ser capaces de predecir nada. La acusación, en lo fundamental, descansa en el hecho de que nuestros modelos no son susceptibles de verificación empírica. El enfoque teórico de la Escuela de Chicago es uno fuerte, no débil, inspirado en las formas de operar propias de la física y la química. Desde este horizonte, algo que no da instrucción alguna de medición no dice cosa alguna sobre la realidad ni nos informa de nada que exista en el mundo. Y, sin embargo, el problema con el enfoque austriaco no reside en el hecho de que podamos predecir o no determinados acontecimientos económicos, sino en la naturaleza "contrafáctica" (contraria a los hechos) de nuestras predicciones. Es obvio que todo aumento de la masa monetaria, por ejemplo, se reducirá de forma invariable en "inflación," pero el problema es cómo interpretar este hecho. Si el aumento de la masa monetaria va pareja a un aumento de la producción, por ejemplo, es obvio que los índices no van a reflejar inflación alguna. Sin embargo, cuando los austriacos decimos que el aumento de la masa monetaria se resuelve siempre en inflación, aquí no nos referimos a la inflación "real" observada, sino a la que hubiera tenido lugar en caso de que no se hubiera aumentado la masa monetaria. Para saber si los austriacos tenemos razón o no, tendría que ser posible reproducir el experimento de forma controlada con o sin esta variable (el aumento o no de la masa monetaria) y comparar los precios alcanzados en uno y otro caso (ceteris paribus). ¿Podemos aquí asegurar que, tras el aumento de la producción, los precios no habrían sido "todavía más bajos" sin un aumento de la masa monetaria? Por supuesto que no.

El problema de la predicción económica, por lo tanto, es que se refiere a un orden de cosas nunca manifestado, y ello cierra las puertas a la experimentación o contrastación empírica. Digamos, por ejemplo, que la predicción que hacemos es a favor del desempleo tras la introducción de salarios mínimos en una economía, o la de que sin compensación de pagos el precio del dinero aumentaría. El problema que tenemos aquí, tal y como sucede en el caso anterior, viene representado por el resto de variables capaces de alterar a simple vista el resultado. Si la capacidad productiva e índice de capitalización de una economía es muy alto, la determinación de salarios mínimos no tiene por qué resultar en paro (y puede incluso ocurrir que éste disminuya), pero esto no invalida la naturaleza contrafáctica de la predicción. Todas las predicciones que realizamos pueden reformularse bajo la forma "que hubiera pasado si." De esta forma, si llegamos a una situación definida por la caída generaliza de los precios, el descenso del paro, el empleo de todas las capacidades productivas de la economía, etc., los austriacos siempre podremos preguntar "qué habría pasado en el caso de que no se hubiera satisfecho tal demanda con dinero público (si la oferta de un bien es privada pero su demanda pública, se producirá un sobre consumo)" o cuánto se habría producido en una economía en ausencia de salarios máximos (la fijación de salarios máximos desincentiva la producción)." O expresado de otra forma, que la predicción económica no se refiere en este orden de cosas a los hechos constatados, sino a lo que habría tenido lugar en caso de que no se hubiera introducido tal o cual variable (ceteris paribus).

La teoría austriaca no se refiere al ámbito de lo manifestado. Y el hecho de que se observe una bajada de los precios de forma pareja al aumento de la masa monetaria no invalida la naturaleza de esta predicción. La inflación a la que se refiere nuestras predicciones no es esta, sino la que se habría observado (ceteris paribus) sin incremento alguno de la masa monetaria. Es en este sentido que se puede buscar una relación análoga entre los teóricos austriacos y los de "los mundos posibles." Quizás desde la teoría de sistemas sea posible realizar algún día un experimento en universos "virtuales" idénticos que nos permitan reproducir experimentos e introducir y restar estas variables para comparar resultados, pero en un mundo donde al elegir un camino cerramos las puertas de otro no es posible. En el mundo real resulta imposible controlar todas estas variables, y esto hecho hace que las condiciones de verificación que requerirían nuestros experimentos no sean reproducibles. Y cuanto antes se entienda esto, mejor.





Sunday, 15 June 2014

El Problema de la Inflación y el Gasto Público

El Austroliberal, Birmingham 15 de Junio de 2014, por Jorge A. Soler Sanz.

El problema de si todo aumento de la masa monetaria produce o no inflación es un tema de debate que tradicionalmente ha enfrentado a la Escuela Austriaca (EA) con el resto de enfoques económicos, sean estos mayoritarios (keynesianismo en su mayoría) o no (como por ejemplo la nueva MMT, los enfoques monetaristas o de la Escuela de Estocolmo). Creo que este problema que nos ocupa requiere de aclaración, pues en el fondo del asunto se encuentra el tema de si se puede o no justificar el gasto público para promover el crecimiento económico y estimular la economía. La idea fundamental que nos recuerdan aquí los defensores de otros enfoques es que un nivel de déficit sostenible es siempre recomendable, ya que, después de todo, son las cuentas corrientes del ciudadano las acreedoras del mismo. Que el Estado dispone de un superávit implica que la sociedad civil dispone de menos fondos para gastar, pues en este caso se convierte en acreedora del Estado, lo que implica que la situación opuesta donde el déficit se sitúa de parte del Estado ha de ser preferible.  

¿Por qué se produce el fenómeno de la inflación?

El fenómeno de la inflación es opuesto al fenómeno de la deflación. Mientras que lo primero viene definido por un aumento relativo del precio de todos los bienes y servicios, lo segundo se rige por su caída generalizada. Normalmente, se dice que hay "inflación" cuando el Estado aumenta la cantidad total de la masa monetaria de forma relativa a la producción total de bienes y servicios. Para hacer gráfico este problema, supongamos el siguiente escenario. En una economía dada, las fronteras de la producción determinan que sólo se puede producir 100.000.- unidades de un producto de consumo determinado (digamos pan) en un contexto donde al menos unas 200.000.- personas demandan este bien de consumo todos los días. Cuando hablamos de las "fronteras de la producción" nos referimos al hecho de que, en este escenario, ni la mejora de la técnica, ni la puesta en escena de más inversión, bienes del capital o fuerza de trabajo se traduce en una mayor producción de ese bien. O expresado de otro modo, que esas 100.000.- unidades de pan que esa economía produce constituye el límite de su capacidad productiva.


Si partimos de esta situación, nos daremos cuenta de algo que destaca a primera vista. Si esa economía sólo puede producir 100.000.- panes, y si existe un total de 200.000.- personas demandando ese bien, va a tener que haber gente que tenga que prescindir de ese bien de consumo, pues no hay suficiente para darles a cada uno una unidad por persona. En este orden de cosas, siempre será posible repartir medio pan por individuo, pero no un pan, pues el número total de individuos es aquí mayor que la producción. Si asumimos que el mercado dispone en este contexto de un mecanismo de precios y que la unidad de pan se vende por un valor nominal de 1 euros, por ejemplo, cualquier aumento de la masa monetaria se traducirá en inflación. Digamos para el caso que el Estado decide doblar la cantidad de la masa monetaria y que ésta aumenta en el conjunto de la población de forma proporcional. Es decir, si yo  antes ganaba 100 euros al mes ahora gano 200. Lo que ocurre ahora es que, al disponer yo del doble de capital, y si soy de los que antes renunciaba a comprar pan debido a su precio para poder adquirir otras cosas, podré acceder a ese bien de consumo (pan) al disponer de más dinero que antes no tenía. Pero al hacer esto, el pan acaba por terminarse antes (debido a la nueva demanda) de lo que habría hecho en el caso de que el Estado no hubiera imprimido más deuda.

¿Puede haber una inflación negativa?

En economía, por lo tanto, hablamos de deflación cuando la velocidad del dinero es alta (hacia el banco central) y baja (hacia la población civil). Es decir, que en este orden de cosas el dinero se extingue con más velocidad que se produce, luego con ello se acaba en una bajada general de los precios al objeto de equiparar las preferencias temporales del consumidor con la cantidad decreciente al uso de los medios de intercambio. En el ejemplo anterior, hemos visto como un aumento de la masa monetaria, allí donde la producción permanece constante, se resuelve necesariamente en inflación. ¿Pero qué ocurre en aquellos casos donde no hemos llegado a la frontera de la producción pudiéndola aumentar de forma relativa al incremento de la masa monetaria? ¿Podemos seguir diciendo en este caso que se da inflación? Huelga decir que aquí entramos de lleno en un terreno de contrafácticos, es decir, contrario a los hechos, pues se trata de valorar las consecuencias de sucesos que nunca tuvieron lugar. Es obvio que, partiendo de una situación inicial donde sólo se disponía de 200.000.- consumidores de pan con unos ingresos fijos X para poder gastar en 100.000.- unidades de pan, si doblo la masa monetaria en conjunción con la producción pasando a tener 200.000.- unidades de pan, la inflación no aumentaría, sino que se quedaría donde está. Pero el problema no es aquí determinar este hecho, sino valorar que hubiera pasado si el resto de condiciones se hubieran mantenido constante y no hubiera habido un aumento relativo de la masa monetaria a la producción de bienes y servicios. En este caso estaríamos en una situación donde el conjunto de la economía habría producido 200.000.- panes para 200.000-. individuos, luego el precio hubiera bajado permitiendo que los que antes no podían acceder a este bien de consumo lo puedan hacer según las nuevas condiciones de consumo. Y esta es la inflación que no se tiene en cuenta. El error consiste aquí en pensar que, tras el aumento de la masa monetaria, los panes se van a seguir vendiendo al mismo precio, lo que no es cierto. Las mismas restricciones que operaban antes sobre esos que sólo podían comprar una barra de pan a tales precios se siguen manteniendo ahora, y el hecho de que en este caso exista más masa monetaria en circulación, las levanta. Si yo antes sólo podía comprar un pan, con el aumento de la masa monetaria podré comprar 2, mientras que el que no podía comprar nada sólo comprará 1, pero al hacer esto, los precios comienzan a subir hasta acabar en la situación anterior, donde no todo el mundo tiene fondos para acceder al pan. Sin el efecto corregido de la inflación ocurriría más bien una bajada generalizada de los precios, lo que en este caso permitiría que nadie se fuera sin pan (200.000.- panes para 200.000.- usuarios.

¿Debe el Estado estimular el gasto público?

La mayoría de defensores del gasto público justifican el aumento de la masa monetaria precisamente sobre el carácter FIAT del dinero. El otro día escuche a un defensor de la MMT (Warren Mosler) el siguiente ejemplo que me parece bastante ilustrativo. Si yo ofreciera mi tarjeta comercial de visita por 100 euros a cambio de nada, lo más probable es que nadie me la comprara, pero si yo determinase que, por ejemplo, nadie pudiera tener una casa (o lo que sea) sin la misma, la gente las comenzaría a demandar, al menos para poder tener este tipo de cosas. Al yo determinar aquí que sin mi tarjeta de visita nadie podría poseer determinadas cosas, la situación cambia. En este orden de cosas, si que podría ofrecer mis tarjetas de visita a la venta. Es porque se quiere acceder a determinados bienes y servicios que comienza a tener sentido demandarlas.  Supongamos ahora para simplificar el caso que la capacidad productiva de una economía sea de 25 coches al año y que sólo existen 25 actores económicos en este escenario que los demandan. Si yo como fabricante sólo imprimiera 24 tarjetas de visita para poder comprarlos a un precio nominal de 1 coche por tarjeta, va haber una persona al menos que no va a poder acceder a este bien de uso. Como yo dispongo de este monopolio de impresión de tarjetas, la gente no podrá adquirir los bienes y servicios que venda si yo no decido imprimir primero.

Supongamos aquí un sistema de billetes de metro para usar este servicio. ¿Qué es primero la oferta o la demanda? Obviamente, si la empresa que da estos servicios es la única con autoridad para poner billetes de metro en circulación, si la misma no los vende primero, nadie podrá usarlos para adquirir sus servicios de ninguna manera. Para yo poder usar el metro con este sistema primero tengo que poder adquirir uno de estos billetes, y al hacerlo, estos comienzan a tener un valor de mercado. Esta metáfora se usa para explicar el por qué el Estado está obligado a imprimir moneda, pues en caso de que se dé un subóptimo de consumo, mucha gente no podrá comprar los servicios que el Estado ofrece (fundamentalmente, pagar impuestos). Y esto es cierto, pero que el Estado tenga que tener este monopolio sobre la emisión de la moneda, o que la expansión del crédito estimule el comercio, sin embargo, no lo es. El valor de la moneda FIAT surge del hecho de que la demanden los actores económicos, no para comprar bienes y servicios, sino para saldar sus deudas con el Estado. El hecho de que los actores económicos puedan a su vez reclamar bienes y servicios con esa moneda es una consecuencia indirecta de su demanda de mercado, que es la que le da su valor.

Y, sin embargo, todavía existe una diferencia mucho más fundamental entre una empresa de metro que vende billetes a sus usuarios para que estos puedan usar sus servicios y el monopolio por parte del Estado en cuanto a la impresión de dinero FIAT se refiere. Cuando un ciudadano adquiere unos de estos billetes, es la empresa de metro la que se pone en deuda con sus usuarios, mientras que la demanda de dinero FIAT depende de la deuda previa que el ciudadano tiene con el Estado. La compañía de metro, aquí siempre estará atada de manos en función de cuáles sean sus capacidades productivas, mientras que el Estado no lo está. Si la compañía de metro sólo puede ofertar sus servicios a un total de 100.000.- personas al día sin sufrir atascos y otros contratiempos, el hecho de que ésta ponga más billetes en circulación no implica ningún aumento en su capacidad de ofrecer servicios, mientras que la capacidad del Estado por endeudarnos parece infinita. Es decir, que la empresa de metro, frente a todas la apariencias, no puede en verdad poner cualquier cantidad de billetes que se le antoje en circulación, pues al hacer eso con ello merma su capacidad productiva.

¿De dónde surge el valor del dinero FIAT?

Siguiendo en esta línea, supongamos la existencia de un parque de atracciones que vende tickets y pulseras para acceder a sus servicios (principalmente, atracciones). Tal y como ocurre en el ejemplo anterior de las tarjetas de visita, sería del todo ridículo que el parque de atracciones pusiera a la venta sus tickets y pulseras sin la posibilidad de poder usar sus atracciones e instalaciones de feria. Si asumimos el hecho de que este parque de atracciones es un análogo del Estado, veremos claramente la relación entre la puesta en venta de estos tickets (que el parque de atracciones vende desde un punto de vista monopolístico) y la impresión de moneda FIAT (que realiza el Estado). Lo que precisamente da valor a estos tickets y pulseras no descansa en ninguna propiedad intrínseca de estos objetos (digamos que las pulseras son bonitas), sino en el hecho de que con estos tokens sea posible acceder a una serie determinada de bienes y servicios (en este caso, atracciones de feria). El valor nominal de esos tokens al uso viene determinado por la cantidad total de bienes y servicios que el parque de atracciones está dispuesto a ofertar por los mismos (digamos un ticket por atracción, o una pulsera a cambio de disfrutar de todas la atracciones durante un día), pero esto no nos dice nada de su valor de mercado. Si en este escenario alguien vendiera estos tokens de contrabando a espaldas del parque de atracciones, el precio que el ciudadano estaría dispuesto a pagar por los mismos sería distinto del que paga en ventanilla (determinado por sus preferencias temporales y de consumo). El valor del dinero FIAT surge cuando la gente comienza a abandonar el uso del dinero por estos tokens en la sociedad civil para pagar por bienes y servicios que no oferta la entidad emisora (en este caso, el parque de atracciones). Aquí podríamos decir que existe un valor de cambio entre el parque de atracciones y el resto de la sociedad (el extranjero) distinto al nominal (que depende de cuánto valore la sociedad civil esos servicios). Dentro de sus recintos, el usuario de estos servicios no podrá usar otro instrumento de pago más que estas pulseras y tickets que pone en venta la empresa emisora, pero fuera del recinto, se pueden usar otros medios de pago.

La situación entre el parque de atracciones y el Estado es análoga a excepción de una diferencia de gran importancia. Mientras que el parque de atracciones sólo puede cerrar sus recintos de puertas para dentro (impidiendo que entren en él cualquier número indeterminados de usuarios), el Estado puede cerrar sus fronteras tanto de puertas para dentro como de puertas para afuera. Al hacer su jurisdicción efectiva sobre todo el territorio nacional, el Estado no da posibilidades al individuo a que pueda servirse de otros medios de intercambio que los fiduciarios propios del Estado. Vaya donde vaya el ciudadano, la jurisdicción es del Estado (parque de atracciones), lo que cierra las puertas del sistema de forma efectiva. Lo que el Estado hace aquí es obligar a que el productor pague impuestos de forma nominal y con dinero FIAT, lo que en el caso del parque de atracciones equivale a obligar al vendedor independiente de polos o palomitas a que pague una tasa sobre el suelo y derecho a la venta por medio de devolverle sus tickets y pulseras. Cuando esto ocurre en un sistema de dinero de mercado (oro), la gente comienza a dar preferencia a los medios de cambio fiduciario. La razón de ello es que, en el caso del vendedor de polos y palomitas, éste no podrá subsanar sus deudas con el parque de atracciones (Estado) si primero no acepta por parte de sus clientes el pago de estos tickets y pulseras a cambio de sus servicios (pues de alguna manera tendrá que obtenerlos). 

¿Se justifica entonces la inflación y el gasto público?

Como el Estado dispone del monopolio sobre la impresión de moneda, la idea de que primero éste tendrá que gastar para que luego nosotros (los ciudadanos) podamos saldar las cuentas con él nos parece como algo intuitivo (como pasa en el caso del parque de atracciones), pero huelga decir que siempre habrá gente que nunca demandará este sustituto del dinero por su valor nominal, sino por su valor de mercado (gente que no usa estos tokens dentro del recinto ferial, sino fuera de él). La presunción que aquí se hace es que todo el mundo debe querer de saldar sus cuentas con el Estado, y eso no es correcto.  Para empezar hay gente que ni paga impuestos; luego ocurre que ese pretendido derecho que el Estado se abriga en lo relativo al monopolio que ejerce sobre la emisión de moneda es más que cuestionable. Si yo te prohíbo salir de casa con tu 9 milímetros parabelum sin poseer previamente una de mis tarjetas de visita, yo no te estaría simplemente vendiendo un billete para que uses mis servicios (tal y como hacen las empresas de metro o el parque de atracciones), sino impidiéndote usar lo que te es propio a través de una normativa. El dinero se puede entender como un medio de intercambio que posee un valor de mercado, o como un instrumento que tiene un valor "nominal" y que puede ser usado para lograr objetivos políticos.

Por otro lado, aunque el Estado emita su deuda en términos nominales, la verdad del asunto es que los impuestos se pagan como una proporción relativa de los ingresos. Supongamos para ilustrar este caso que el Estado pone en circulación un total de 100.000.- partiendo de cero y que esta cantidad representa el total de la masa monetaria. Si la tasa de impuestos se situara al 10%, por ejemplo, el Estado habría de esperar recaudar 10.000.- euros (pues 100.000/100x10 =10.000.-), pero esta regla se nos presenta en una curva o función decreciente. Siempre y cuando el Estado no imponga una tasa nominal (digamos que todo el mundo deba pagar 5.000.- en impuestos de forma independiente a lo que se produzca), siempre será posible darle un 10% de eso que se ingrese en un proceso muy parecido al del multiplicador del dinero, pero a la inversa. Como 100.000-10.000=90.000, en la siguiente ronda de impuestos, tras la primera, la sociedad civil  sólo le deberá al Estado 9.000.- euros, pues 90.000/100x10=9.000, y así sucesivamente, es decir, 8.100.-, 7.290.-, etc.). Aquí todavía sigue siendo cierto que sin la puesta de los 100.000.- euros iniciales, nadie podría pagar impuestos, pero de ahí no se justifica que el Estado deba querer seguir gastando para que todo el mundo pueda cubrir sus deudas con el mismo. A no ser que se crea aquí que en este proceso deflacionario los precios no se ajustarían a la baja, no hay ninguna razón para pensar que sin un aumento en forma de inyecciones de la masa monetaria, habría gente en la sociedad civil que no podría pagar impuestos.

Thursday, 12 June 2014

¿Qué es el Anarco-capitalismo?

El Austroliberal, Birmingham 12 de Junio de 2014, por Jorge A. Soler Sanz

El anarco-capitalismo es un programa de investigación en el marco de las CCSS que parte de un enfoque racionalista y no experimental. La metodología propia del anarco-capitalismo, por lo tanto, se sirve de modelos deductivos (no inductivos) que parten de enunciados analíticos cuyo valor de verdad es independiente de la experiencia. La crítica clásica que desde el positivismo se realiza frente a este enfoque consiste en afirmar la circularidad de un pensamiento que no posee de un método experimental a la hora de poner a prueba la verdad del modelo. Constituye ya un tópico de la filosofía el decir que los enunciados analíticos no poseen información alguna acerca del mundo y que al derivar la función de verdad de las premisas el que así opera sólo desgrana lo que ya se hallaba contenido en los enunciados de partida sin aprender nada nuevo. La metodología de ambos enfoques se puede esquematizar de la siguiente manera:

1. Método deductivo: axiomas → deducción → validación
2. Método inductivo: hipótesis → inducción → corrección

Mientras que el método deductivo pretende determinar el valor de verdad de un enunciado elucidando de forma racional las implicaciones que se hallan presentes en los axiomas de partida, el método inductivo partiría de hipótesis que son puestas a prueba en lo real al objeto de determinar el valor de verdad de las mismas.


La justificación que los autores anarco-capitalistas dan de este hecho parte de una postura radical en el ámbito de la ciencia. Como resulta imposible poner a prueba todos los enunciados de una teoría, la exigencia de que sólo tengan sentido esos enunciados cuyo valor de verdad sólo puede determinarse por recurso a la experiencia constituye una petición de principio (no demostrada) imposible de llevar a la práctica. Al testear nuestras teorías, no son los hechos los que nos informan de la verdad de los fenómenos, sino el tipo de asunciones de partida que dan sentido a la propia observación. Y si esto es así, parece mucho más razonable partir de principios de razón que sean autoexplicativos y que no requieran de un acto de fe inicial (asunción de la hipótesis de partida no demostrada).

Para los positivistas, todo enunciado teórico posee una naturaleza provisional e hipotética. Pero es obvio que existe una diferencia fundamental entre enunciados del tipo:

A. Si consumo algo ahora no lo podré consumir después
B. La redistribución sin producción no crea riqueza sino que distribuye lo que ya hay
C. El aumento de la masa monetaria crea inflación
D. El todo es mayor que la parte
E. Cualquier conjunto formado de n+1 objetos no es igual a Ø
F. Si A es igual a B y B igual a C, entonces C es igual a A
G. Dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio en el mismo tiempo
D. La acción humana implica fines
E. Si un acuerdo es voluntario, el intercambio es mutuamente beneficioso
F. A es igual a A
G. Los extremos no se tocan
H. Si A es mayor que B y B mayor que C, entones A es mayor que C
I. Si A expresa un estado, entonces A no expresa su opuesto
J. Tener más de algo que se necesita siempre es preferible a tener menos
K. etc.

Y enunciados del tipo:

a. La brecha salarial entre el hombre y la mujer se explica por causa de la discriminación
b. Los niños prefieren jugar con pistolas y las niñas con muñecas
c. El consumo de maíz en USA representa un 15% de su PIB
d. Existe un propensión creciente al ahorro en función de los ingresos
e. El hombre posee derechos naturales
f. El gasto público promueve el empleo
g. Las familias mixtas tienden a postergar el consumo
h. Las drogas son malas
i. Alcampo vende más que El Corte Inglés
j. etc.

Para los positivistas, no hay nada que distinga a los enunciados del primer tipo de los enunciados del segundo grupo. Sin embargo, si existe una diferencia, y fundamental. Pretender poner a prueba el primer tipo de enunciados para determinar su valor de verdad implica no haber entendido bien el significado de los términos que los componen. Si, por ejemplo, alguien quisiera testear el enunciado de la acción humana para determinar su estatuto de verdad, nosotros podríamos indicar que en verdad no se ha comprendido bien lo que significa "actuar" o "poseer un fin," pues que uno actúa implica que lo hace por algo. Por otro lado, ¿de qué manera sería posible poner a prueba un enunciado como este? Si así quisiéramos operar, deberíamos suspender el juicio sobre estas categorías (la de acción y fin) y tratar de determinar exclusivamente por recurso a la experiencia si estos fenómenos se dan o no en el mundo natural, pero al hacer esto, uno acaba por desinformarse de los hechos mismos que se pretende valorar. Eso que decimos es un "fin" sólo puede establecerse por referencia al tipo de acciones que lo persiguen, luego prescindir de las mismas categorías que precisamente dan sentido a nuestras observaciones supone renunciar a los criterios que nos permiten ponerlas a prueba. Uno siempre podrá tratar de determinar si el ángulo de un triángulo mide más o menos de 60 grados, por ejemplo, pero lo que nunca podremos hacer es poner a prueba la idea de ángulo (o triángulo) mismo. ¿Qué sentido tiene trazar cientos de triángulos, por ejemplo, para comprobar si su suma es mayor o menor de 180 grados?

¿Qué es el Austro-liberalismo o Libertarianismo Austriaco?

El Austroliberalismo es una filosofía política que postula un modelo social a través de la abolición del Estado y la desregulación estatal de los mercados. Las ideas austroliberales hacen un especial hincapié en la libertad individual, la preeminencia de la propiedad privada, la privatización de la función de gobierno y un funcionamiento no adulterado (intervenido)  de los mercados. El austroliberalismo, en tanto reflexión que se realiza en el ámbito de la filosofía política, no postula ya tanto la abolición de los sistemas de gobierno, como su privatización. La idea de que el austroliberalismo postula un sistema social basado en principios anárquicos es bastante confusa, pues con ello parece que se quiere transmitir la idea de que el enfoque prescinde de toda forma de autoridad, o que se postula un mundo sin instituciones o normas de ningún tipo. El austroliberalismo es anarquista en tanto en cuanto postula la abolición de las funciones ilegítimas de gobierno (Estado), pero no su función originaria (protección de la propiedad privada y libertad individual).

La diferencia fundamental entre austroliberales y liberales clásicos se reduce en exclusiva a las distintas actitudes que se tienen respecto del gasto público. Mientras que, por un lado, el austroliberal niega la posibilidad de cualquier forma de gasto público, los liberales clásicos postulan un mínimo de impuestos para financiar los sistemas de gobierno y justicia. El austroliberalismo, por lo tanto, postula un sistema social totalmente basado en acuerdos voluntarios y descarta la idea de "mínimo de coacción" del liberalismo clásico. Si tenemos en cuenta que el Estado sólo promueve externalidades, el hecho de renunciar al gasto público implica un mejor rendimiento y eficiencia de las instituciones públicas. El austroliberalismo persigue un modelo de financiación privada tanto para la institución de gobierno, como para las de ejército y justicia.

El modelo social austroliberal es uno fragmentado, donde las instituciones de gobierno están abiertas a la competencia sin tener del todo claro quién manda sobre quién. Aquí no se trata de disolver los tres poderes clásicos del Estado, sino de su restitución originaria. Como el enfoque austroliberal parte de los derechos de propiedad del individuo (en función de los cuales se miden los grados de coacción y violencia), el poder legislativo debería estar en manos de los individuos o sociedad civil. En este esquema, el gobierno retiene el poder judicial y las aseguradoras el ejecutivo, que en última instancia representa el brazo político de la sociedad civil (enforcement). La cooperación entre estas tres instituciones, que de forma clásica han venido estando concentrados en la figura de Estado, viene garantizada en este esquema debido a la no autosuficiencia de los medios de producción (Mises). La idea principal a retener aquí es que no tiene mucho sentido mantener unido por la fuerza algo que no puede ser autónomo por naturaleza.  

El principio de no agresión

El Austroliberalismo parte de una noción ética radical en relación con los derechos humanos. Si bien por un lado el resto de posturas justifica la existencia de derechos en el individuo sobre la base de ciertas cualidades inmanentes que se postulan presentes en el mismo (por ser este hombre, disponer de un alma inmortal, estar dotado de razón, etc.), el enfoque austroliberal niega la existencia de derecho alguno de forma anticipada a su declaración, por parte de los individuos, en la sociedad. Dentro de esta postura, el hombre no nacería con derechos absolutos (a la salud, la educación, etc.) sino contingentes (todo derecho tiene una contrapartida de obligaciones). Los derechos individuales no constituyen en este enfoque más que una propuesta normativa que desde el ámbito de la ética (no la moral), uno lanza frente al otro (comunidad de hablantes) al objeto de que la misma sea validada de forma intersubjetiva en sociedad. Sin el compromiso previo de respetar la vida y propiedad del prójimo, por ejemplo, toda propuesta ética que proponga la defensa individual de estos derechos carece de peso normativo. La formulación del principio de no agresión es en este enfoque un meta principio cuya única función es la de separar normativamente la agresión (inicio de la violencia) de la fuerza (respuesta frente a la agresión). Mediante este principio no se quiere significar que todo hombre respete los principios de libertad y derecho a la propiedad privada, sino que sólo introduce un elemento de criterio (normativo) a la hora de justificar una respuesta armada frente a la agresión en sí. Uno siempre podrá hacer uso de la fuerza de forma legítima frente a la agresión perpetrada por terceras personas.

En palabras de Rothbard:

El principio normativo que estoy sugiriendo como principio legal simplemente es este: ninguna acción debería considerarse ilícita o ilegal a menos que invada o agreda a otras personas y sus propiedades. Sólo las acciones invasivas deberían de ser declaradas ilegales, y combatirlas con todo el peso de la ley. La acción invasiva debe de ser concreta y física. Como unos tipos de invasiones son más graves y otras menos, también existen distintos grados de restitución y castigo. El "hurto," que sólo representa la sustracción ilegítima de algo, constituye un crimen más leve que el "robo a mano armada," donde lo más probable es que la fuerza armada se use contra la víctima. Pero aquí, sin embargo, no nos preocupa la pregunta relativa a los distintos grados de invasión o castigo, sino la invasión misma.[i]

El principio de no agresión, por lo tanto, no es más que un principio normativo en función del cual no es posible distinguir la idea de fuerza (legítima) de la violencia (ilegítima). En este orden de cosas, resulta del todo inadecuado decir tales cosas como que "uno se sirvió de la violencia para proteger sus propiedades" o que "se coaccionó a un individuo por medio de la fuerza." Y lo que distingue una cosa de la otra se define en función de quién da el primer paso en pro de la violencia. Ese que ataca, aunque lo haga de forma preventiva, es un criminal, mientras que ese que se defiende sólo hace uso de la fuerza. Lo que se prohíbe en este enfoque, no es ya tanto el hecho de matar per se, sino "asesinar," pues ello implica "iniciación de la violencia."

La Función de Gobierno

El Austroliberalismo puede resumirse en la siguiente fórmula:

1. Piensa sometido a reglas (lógica) y cuestiona toda forma arbitraria (convencional) de autoridad (Estado).

Como la razón principal para instaurar la función de gobierno en sociedad estriba en la protección de la vida, la libertad y la propiedad privada, carece de sentido postular la existencia de una agencia o entidad (Estado) que para poder proteger estos principios necesita atentar contra ellos.[ii] Es así que el Estado pretende proteger la libertad recortando libertades, la propiedad privada expropiándola por medio de los impuestos, o el derecho a la vida iniciando guerras preventivas o negando este mismo derecho a otros. Esta es la razón de que, desde este enfoque, se postule la existencia de sistemas de gobierno voluntarios y se pida la abolición del gasto público. Una agencia de protección que viola estos principios normativos carece de legitimidad en el ámbito de la acción y, por ello mismo, no debe de ser respetada. Como dice Rothbard, "si la ley constituye un conjunto de principios normativos, de ahí se sigue que, estos no se deban respetar a ciegas, tanto si surgen a partir de la costumbre o por decreto."[iii]

Justificación de la Propiedad Privada

La propiedad privada se justifica por extensión sobre la base de la autopropiedad de uno mismo. Fue Rothbard el que formuló esta idea partiendo de la imposibilidad de justificación racional y ética de sus dos únicos supuestos alternativos; es decir, que otro individuo o grupo de personas sean los propietarios de nosotros mismos, o que uno no sea propietario de su propia persona. Cómo estos dos supuestos son imposibles de justificar en una ética normativa y universal que sea válida en todo contexto histórico y tiempo dados, tiene que ser, dice Rothbard[iv], que todos y cada uno de nosotros tengamos la posesión absoluta de nuestro propio cuerpo, y por extensión, del resto de cosas que nos rodean y que no hayan sido previamente apropiadas por otra persona, bien por medio de la apropiación originaria (yo reclamo para mí eso que no tiene dueño), del trabajo (produciendo algo que no existía sirviéndome de mis propios medios y fuerza de trabajo), o el intercambio voluntario (bien sea por medios económicos o como regalo). Si la cosa no tiene dueño, y si yo soy dueño de mi mismo, es posible reclamarla para nosotros mismos, pues al hacer esto, no se viola el derecho a la propiedad privada o libertad de otra persona. O expresado de otra forma. Si la cosa no tiene dueño, ¿quién la puede poseer?, y si no la puede poseer nadie, ¿en base a qué principio de razón desde el preciso instante en que la cosa no poseía dueño? En palabras de Rothbard:

Existen dos principios fundamentales sobre los cuales descansa la teoría libertaria de la propiedad justa: (a) Todos los hombres tienen un derecho absoluto de propiedad sobre su propio cuerpo; y (b) los individuos tienen un derecho absoluto de propiedad sobre cualquier recurso natural (tierra) que no haya sido previamente adueñado por nadie y que estos hayan ocupado y puesto al uso (en el sentido lockeano de "mezclar el propio trabajo con la tierra").

El principio "el primero en adueñarse es el primero en usar" de los recursos naturales también se denomina popularmente como "derecho de hacienda." Si el hombre es dueño de su tierra y éste "mezcla su trabajo con la misma," eso que produzca como fruto de tal mezcla será suyo y podrá intercambiar sus títulos de propiedad con otros productores similares. Esto justifica el derecho de libre contrato en el sentido de una transferencia de títulos de propiedad. Esto también establece el derecho a ceder tales derechos, bien sea por regalo o por herencia.[v]

Justificiación del Sistema de Libre Mercado

La consecuencia lógica de un sistema que aboga por la sacralidad del principio de no agresión no puede sino más que resolverse en un sistema compuesto de acuerdo voluntarios. En este enfoque, cosas tales como los subsidios de gobierno, los favores especiales otorgados a la empresa privada, las políticas proteccionistas, el monopolio del gobierno en la producción de la masa monetaria, los derechos sociales, las leyes antidiscriminación o del salario mínimo, la regulación de la propiedad privada por parte del estado, las políticas de género, la discriminación positiva o acción afirmativa o la dotación de servicios públicos, deben de ser abolidas. Si la propiedad que el individuo tiene de facto sobre su propio cuerpo es absoluta, se carece de justificación a la hora de explicar este tipo de agresiones perpetradas contra el individuo, pues el carácter no contractual y voluntario de este tipo de relaciones implican de por si que la parte que impone el acuerdo se beneficia en mayor medida que ese que lo padece. La idea de promover un sistema de acuerdos voluntarios descansa en la idea de que este tipo de acuerdos son mutuamente beneficiosos para las partes que lo integran, y ello repercute en agregados económicos más rentables y efectivos que el proponer un sistema de intercambio desigual que no beneficia por igual a las dos partes del mismo.

Conclusión

Si un acuerdo es voluntario, eso que se da tiene menos valor que eso que se recibe. Si un acuerdo no es voluntario, eso que se recibe vale menos que eso que se da. Este hecho pone de manifiesto el absurdo de querer intervenir desde fuera qué pueden o no acordar entre sí los individuos cuando no se violenta el axioma de no agresión. El que yo te cambie mi lápiz por tu corbata implica que tanto tú como yo valoramos menos eso que damos que lo que recibimos, pues de otra forma, el acuerdo nunca habría tenido lugar sin coacción. Un observador desde fuera siempre podrá decir "mira que tonto: le ha cambiado un lápiz por una corbata cuando todo el mundo sabe que la corbata vale más," pero lo importante aquí son las razones que uno pueda tener para intercambiar tales cosas y no la percepción subjetiva de terceros frente a este hecho. Un acuerdo que es voluntario es un acuerdo mutuamente beneficiosos para las partes que lo integran, y toda forma de intervención desde fuera no hace más que impedir y dificultar este hecho.







[i] Murray N. Rothbard, Law, Property Rights, and Air Pollution
[ii] Hoppe, The Economics and Ethics of Private Property, Studies in Political Economy and Filosophy, Mises Institute, http://mises.org/books/economicsethics.pdf
[iii] Murray N. Rothbard, Law, Property Rights, and Air Pollution, pag.126; 16-18; http://www.mises.org/rothbard/lawproperty.pdf
[iv] ibid.
[v] Ibid, pag. 145, 14-26.

Wednesday, 11 June 2014

Ideología y Abandono

El Austroliberal, Birmingham 12 de Junio de 2014, por Mark Luther, traducción de Jorge A. Soler Sanz.

La idea de salida, que representa la habilidad de dejar un sitio, lleva ganando empuje en tanto que disposición institucional. Si los costes de salida son lo suficientemente bajos, la gente puede escoger su comunidad ideal en función de sus preferencias. Más aún, los bajos costes de salida obligan a los regímenes institucionales a competir entre ellos para satisfacer las demandas del consumidor.


A pesar de que la mejor enunciación haya venido por parte de un economista progre, Albert Hirschman, la idea de salida ha venido siendo asociada con la derecha. En América, la secesión, que representa la última forma de salida, ha sido mancillada para siempre por culpa del racismo debido a nuestra guerra civil. Sin embargo, la idea de salida fue festejada en el pasado por la izquierda. El periódico The Guardian, que para nada es un bastión de conservadores, ofreció cierto apoyo al Sur durante la Guerra Civil americana:

El obstáculo principal para The Guardian y muchos otros progresistas fue el derecho de autodeterminación. El periódico creyó que el Sur tenía el derecho a separarse y establecer un estado independiente.

Por supuesto, si la idea de salida ha de representar un valor político fundamental, el derecho a la misma debe hacerse extensible a todo el mundo, algo que el Sur nunca hizo. Si bien la idea de salida ha sido asociada de forma intelectual con la derecha, desde un punto de vista político para algunos la distinción no deja de ser clara. La descriminalización del uso de la mariguana y la normalización del matrimonio gay por parte de algunos estados, que desafían leyes federales, ha consistido en una forma menor de salida sobre la base de valores de izquierda.

En un artículo bastante interesante Scott Alexander trata de reclamar la idea de salida en tanto que  valor (en el sentido americano moderno) progresista.

Normalmente las comunidades se basan en unos estatutos que establecen los ideales fundacionales y sólo permiten que esos individuos que comulguen con tales ideas puedan entrar. Los estatutos también especifican el sistema de gobierno. Aquí podría tratarse de un monarca absoluto, al que se ha cedido la función de promover tales ideales sobre una población tan idiota como para no saber lo que es bueno para ellos. O también podría tratarse de una democracia directa compuesta de gente que está de acuerdo en ciertos principios básicos pero que quieren determinar por ellos mismos el camino por el que esos principios han de llevarles.

Mientras que éste desea la existencia de un gobierno mundial que prevenga la guerra y garantice la protección de los niños, reconoce que sus ideas son muy parecidas a las de Nozick y Moldbug, los defensores de la idea de salida liberal y conservadora respectivamente.

Soy un fan de la idea de salida, si bien me interesa menos definirla como la culminación de una ideología particular. Desde cierto punto de vista ésta transciende lo ideológico, permitiendo que las comunidades comunistas puedan vivir junto a las liberales. Lo más importante es que, una vez que ya nos hemos puesto de acuerdo en una estructura institucional preferida, no creo que tenga mucha importancia el buscar relaciones con una tradición de pensamiento dado. Una vez que los fines ya han sido acordados, la siguiente pregunta es estratégica.

Aquí creo que es la izquierda la que nos lleva la ventaja. La gente que más podría beneficiarse de la idea de salida son esos que en la actualidad se encuentran en peor posición, la gente del tercer mundo. Sin embargo, los países del tercer mundo tienden a verse más constreñidos por las instituciones internacionales. Las Naciones Unidas han tenido más mano en Etiopia que los EEUU.

La aceptación de la idea de salida por parte de las instituciones internaciones es crucial a la hora de perseguir nuestros objetivos. La ONU y demás organizaciones similares tienden a ser controladas por la izquierda. Por medio de etiquetar la idea de salida como un valor de las izquierdas, las instituciones progresistas tienen más probabilidades de aceptarla. Por lo tanto, definiendo la idea de salida como algo de izquierdas es como mejor podremos lograr esa plétora de distintas comunidades entre las que elegir.




Tuesday, 10 June 2014

Nacionalismo y Secesionismo

El Austroliberal, Birmingham 11 de Junio de 2014, por Hans-Hermann Hoppe, traducido por Jorge A. Soler Sanz

Con el colapso del comunismo por toda Europa del Este, los movimientos secesionistas se encuentran en un proceso de crecimiento vertiginoso. Hoy por hoy existen más de una docena de estados independientes en los territorios de la antigua Unión Soviética, y muchos de sus más de 100 grupos étnicos, religiosos y lingüísticos diferentes están luchando por ganar la independencia. Yugoslavia se ha disuelto en varias unidades nacionales. Eslovenia, Croacia, Serbia y Bosnia existen hoy como estados independientes. Los checos y eslovacos se han separado y formado países distintos. Hay alemanes en Polonia, húngaros en Eslovaquia, húngaros, macedonios y albaneses en Serbia, alemanes y húngaros en Rumania, turcos y macedonios en Bulgaria, y todos ellos quieren la independencia. Los sucesos de la Europa del Este también han dado un nuevo impulso secesionista a la Europa Occidental: a los escoceses e irlandeses en el Reino Unido, a los vascos y catalanes en España, a los flamencos en Bélgica, y a los tiroleses y padanos en Italia.


Desde un punto de vista global, sin embargo, la humanidad se ha acercado más que nunca al establecimiento de un gobierno mundial. Ya incluso antes de la disolución de la Unión Soviética, los EEUU han logrado un estado hegemónico sobre la Europa del Este (especialmente sobre Alemania del Este) y los países de la cuenca del Pacífico (especialmente sobre Japón), tal y como indica la presencia de tropas americanas y sus bases militares, la OTAN y los pactos de la SEATO, el papel jugado por el dólar americano como reserva mundial definitiva y el sistema de la Reserva Federal como "garante de la liquidez" y "prestamista de último recurso" de todo el sistema bancario occidental, e instituciones tales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Además, bajo la hegemonía americana la integración política de la Europa del Este ha avanzado con pie firme. Con el establecimiento de un Banco Central Europeo y el Euro, la Comunidad Europea estará completa antes de que acabe el siglo. En ausencia del Imperio Soviético y su amenaza militar, los EEUU han emergido como la única potencia militar indiscutible del mundo entero.

A través de una mirada a la historia todavía es posible poner en evidencia otros enfoques. A comienzos del milenio, Europa estaba formada por cientos de unidades territoriales independientes. Hoy, sólo quedan unas pocas docenas de tales unidades. No cabe duda de que también existían fuerzas descentralizadoras. Entonces se dió la progresiva desintegración del Imperio Otomano, desde el siglo XVI hasta la Primera Guerra Mundial, y el surgimiento de la moderna Turquía. El imperio diverso y discontinuo de los Habsburgo se encontraba en un periodo de desintegración paulatina desde tiempos de su mayor expansión bajo Carlos V hasta su desaparición y sustitución por la moderna Austria en 1918. Sin embargo, la tendencia dominante iba por un camino opuesto. Por ejemplo, durante la segunda mitad del siglo XVII, Alemania consistía en unos 234 países, 51 ciudades y 1500 territorios señoriales independientes. Rondando el comienzo del siglo XIX, el número total de entre todos estos dominios cayó por debajo de 50, y para 1871 la unificación ya fue un hecho. El panorama en Italia es muy similar. Los estados pequeños también tienen una historia de expansión y centralización. Suiza surgió en 1291 como una confederación de tres estados cantonales independientes. Para 1848 esta asociación era un país (federal) único con unas dos docenas de provincias o cantones.

¿Cómo debería uno interpretar esos fenómenos? De acuerdo con la visión ortodoxa del asunto, la centralización representa generalmente un movimiento "positivo" y de progreso, mientras que la desintegración y secesión, incluso cuando ésta es inevitable, constituye un anacronismo. Se asume que las unidades políticas más grandes (y en última instancia un único gobierno mundial) implica mayores mercados y, por ende, una mayor riqueza. Como evidencia de esto, se señala que la prosperidad económica ha aumentado dramáticamente con el aumento de la centralización. Sin embargo, más que representar ninguna verdad, esta visión ortodoxa es más ilustrativa del hecho de que la historia siempre la escriban los vencedores. Las coincidencias o correlaciones temporales no prueban causación alguna. De hecho, las relaciones entre la prosperidad económica y la centralización es de hecho muy diferente de lo que postula la ortodoxia.

La integración política (centralización) y la integración económica (mercado) son dos fenómenos completamente diferentes. La integración política afecta a la expansión territorial del poder del gobierno sobre los impuestos y la regulación de la propiedad privada (expropiación). La integración económica depende de la extensión regional de la división del trabajo y la participación de mercado. En principio, al regular y fiscalizar (expropiando) la propiedad privada e ingresos de sus titulares, todos los gobiernos son contraproductivos. Estos reducen la participación de mercado y la formación de riqueza. Una vez asumida la existencia de un gobierno, sin embargo, no existe una relación directa entre su extensión territorial e integración económica. Tanto Suiza como Albania son países pequeños, pero el primero exhibe una gran riqueza y el segundo no. Los EEUU y la antigua Unión Soviética son países grandes. Sin embargo, mientras que en los EEUU se da una gran participación de mercado y división del trabajo, en la Unión Soviética, donde prácticamente no existía la propiedad privada del capital, prácticamente no había integración económica alguna. La centralización, por lo tanto, puede ir de la mano tanto con procesos económicos progresivos como regresivos. El progreso ocurre cuando los gobiernos más laxos en el cobro de impuestos y la regulación del mercado se expanden a costa de los más impositivos. En los casos en que se dé un proceso contrario, la centralización conlleva la desintegración y el retroceso.

Sin embargo, existe una relación indirecta muy importante entre el tamaño y la integración económica. A ningún gobierno central que gobierne sobre grandes territorios, y mucho menos un gobierno mundial, le resulta posible surgir por sí mismo. En su lugar, todas las instituciones con el poder de gravar y regular la propiedad privada deben empezar en pequeño.  La pequeñez contribuye a la moderación , sin embargo. Un gobierno pequeño tiene muchos competidores, y si éste sobre-regulara y gravara de forma visible la propiedad privada de sus ciudadanos más que sus más cercanos competidores, se vería obligado a sufrir por la emigración y la pérdida de ingresos fiscales. Digamos por ejemplo que una casa o pueblo particular constituye un territorio independiente. ¿Podría un padre de familia hacer a su hijo, o un alcalde a su pueblo, lo mismo que el gobierno de la Unión Soviética hacía con sus ciudadanos (i.e., negarles todo derecho a la propiedad privada) o lo que los gobiernos europeos y los EEUU hacen con los suyos (i.e., expropiarles hasta el 50% de su output productivo)? Por supuesto que no. La gente, o bien se revelaría derrocando a su gobierno o bien emigrarían a otra localidad.

De forma contraria a lo que piensa la ortodoxia, es precisamente por causa de la alta descentralización europea compuesta de infinitas unidades oficiales independientes lo que explica el origen del capitalismo, la expansión de la participación de mercado y el crecimiento económico, en la civilización occidental. No constituye casualidad alguna que el capitalismo haya surgido en sus orígenes en tales entornos descentralizados: en las ciudades Estado del norte de Italia, en el sur de Alemania y en los Países Bajos secesionistas. La competición entre gobiernos pequeños por captar sujetos para gravarles los pone en conflicto entre sí. Como resultado del conflicto interestatal, unos pocos estados tuvieron éxito a la hora de expandir sus territorios, mientras que otros fueron eliminados o absorbidos por los más grandes. Por supuesto, qué países ganan y cuáles pierden en este proceso competitivo es algo que depende de muchos factores. Pero al final, el factor decisivo viene representado por la cantidad relativa de recursos económicos a disposición del gobierno. Al gravar y regular, los gobiernos no contribuyen a los procesos de creación de riqueza. Por el contrario, estos viven de forma parasitaria a partir de la riqueza ya creada. Sin embargo, los gobiernos tienen una influencia negativa sobre la cantidad total de riqueza.

Ceteris Paribus, cuanto menor sea la presión y regulación fiscal impuesta por el gobierno sobre su economía doméstica, tanto mayor será la tendencia a crecer por parte de la población (tanto por razones internas como por causa de la inmigración), y tanto mayor será también el PIB del que el gobierno podrá extraer sus impuestos en competición con otros estados. Es debido a esto que la centralización suele ser progresiva. Esos estados que tienden a regular y gravar sus pequeñas economías domésticas liberales suelen derrotar y expandir su territorio a expensas de los menos liberales. Esto es lo que explica el surgimiento de la "Revolución Industrial" en la Inglaterra y Francia de la centralización. Esto explica por qué en el transcurso del siglo XIX Europa Occidental acabó por dominar al resto del mundo (en lugar de lo contrario), y el por qué este colonialismo fue generalmente progresivo. Además, esto da cuenta del surgimiento de los EEUU con el rango de súper potencia mundial durante el siglo XX.

Sin embargo, en la medida en que los países más liberales derrotan a los menos liberales en este proceso (i.e., cuanto mayor sea el territorio, menores serán también los competidores y más lejos se encontrarán, lo que por turno afecta al poder inmigratorio del individuo), también se reduce el incentivo de contribuir al liberalismo por parte del gobierno. Y cuanto más cerca nos encontremos de un gobierno mundial, tanto más difícil será votar contra el gobierno con los pies. Se marche uno donde se marche, existirá el mismo tipo de regulaciones y estructura impositiva. Liberados así del problema de la emigración, desaparece también una de las riendas de contención frente al gobierno. Esto explica el curso de los acontecimientos durante el siglo XX: con la primera guerra mundial, y con más razón con la segunda guerra mundial, los EEUU lograron su estatuto hegemónico sobre Europa Occidental llegando a convertirse en el heredero económico de su vasto imperio colonial. Con el establecimiento de la Pax Americana, por lo tanto, se dio un paso decisivo en aras de un gobierno mundial. Y no cabe duda de que a lo largo de todo el periodo los EEUU, Europa Occidental y la mayor parte del mundo han sufrido de forma continua un dramático crecimiento por parte del poder del gobierno, los impuestos y las expropiaciones.

¿Cuál es, por lo tanto, el papel jugado por la secesión en este proceso? En principio, la secesión no es más que un cambio en el control del poder sobre la riqueza de la nación desde una unidad central más grande a otra más pequeña o regional. Si esto ha de llevar a una mayor o menor riqueza e integración económica dependerá de las políticas del nuevo gobierno. Sin embargo, la mera separación, ya tiene de por sí un impacto inmediato positivo sobre la producción, pues una de las razones más importantes de que se den movimientos secesionistas reside en el hecho de que la gente considere que ha sido explotada por otros. Los eslovacos creían que habían sido robados de forma sistemática por los Serbios y el gobierno serbio de la antigua Yugoslavia, y los ciudadanos bálticos se resintieron frente al hecho de que estos tuvieran que pagar tributos a los rusos en la época de la Unión Soviética. Gracias a la secesión, las relaciones domésticas hegemónicas fueron reemplazadas por relaciones contractuales mutuamente beneficiosas entre los países. En lugar de una integración forzosa, se da el efecto contrario de la separación voluntaria.

La integración forzosa, ejemplificada por el transporte, los controles sobre la renta, las leyes antidiscriminación y la "inmigración libre," siempre crea tensiones, odio y conflicto. Frente a esto, la separación voluntaria lleva a la paz y harmonía social. Bajo una integración forzosa cualquier equivocación puede achacarse a grupos y culturas extranjeras mientras que los éxitos se reclaman como propios; y cuando esto pasa también se eliminan todos los incentivos que tienen la culturas de aprender entre sí. Bajo un régimen de "separación pero igualitario," uno tiene que encararse frente a la realidad, no sólo en cuanto a la diversidad cultural, sino también de forma particular frente a los distintos grados de avance cultural. Si un movimiento secesionista deseara mejorar o mantener su posición cara a cara con sus competidores, sólo el aprendizaje selectivo nos podrá ayudar en este sentido. Éste debe imitar, asimilar y, en lo posible, mejorar la capacidad, carácter, prácticas y reglas características de los movimientos culturales más avanzados, pero también evitar sus rasgos menos avanzados. En lugar de promover una nivelación de las culturas hacia abajo bajo el yugo de la opresión, la secesión estimula procesos cooperativos en cuanto al avance y la selección cultural.

Además, aunque todo lo demás dependa de las políticas domésticas del nuevo gobierno regional, y aunque no exista una relación directa entre el tamaño y la integración económica, se da una relación indirecta importante. Justo en la medida en que la centralización política lleva en última instancia a la desintegración económica, los movimientos secesionistas tienden a promoverla. Primero, la secesión siempre conlleva una ruptura por parte de una población más pequeña en relación a otra mayor y, de esta manera, representa un voto contra los principios democráticos y la titularidad mayoritaria a favor de un sistema de propiedad privada descentralizado. Lo más importante es que la secesión siempre aumenta las posibilidades emigratorias interterritoriales de la población, y los gobiernos secesionistas siempre se verán amenazados por el espectro de la emigración. Para evitar la pérdida de sus ciudadanos más productivos, estos nuevos gobiernos siempre se encuentran bajo presión constante a la hora de adoptar políticas domésticas comparativamente más liberales que el resto permitiendo una mayor titularidad de la propiedad privada e imponiendo una menor presión fiscal o impositiva que sus vecinos. En última instancia, con tantos territorios como núcleos domésticos, pueblos y aldeas existen, las oportunidades de que se dé una emigración motivada por factores económicos se maximizaría, mientras que el poder del gobierno sobre la economía doméstica se reduciría.

De manera específica, cuanto menor sea un país, tanto mayor será la presión sentida para adoptar un sistema de libre empresa frente al proteccionismo. Toda interferencia del gobierno frente al mercado exterior limita de manera forzosa el rango de relaciones mutuamente beneficiosas en los intercambios interregionales y, de esta forma, lleva al empobrecimiento relativo, tanto en casa como de puertas afuera. Pero cuanto menor sea un territorio y su mercado interior, tanto mayor será el impacto sufrido. Un país con el tamaño de Rusia, por ejemplo, puede lograr de forma comparativa un alto nivel de vida incluso en el caso de que renunciase al comercio exterior si se pudiera garantizar un mercado interno sin restricciones para los movimientos de capital y productos de consumo. Frente a esto, si las ciudades o condados predominantemente serbios se secesionaran de la vecina Croacia, se acabaría en el desastre en caso de que estos persiguieran el mismo tipo de proteccionismo. Considérese el núcleo familiar como la mínima unidad de medida secesionista. Por medio de dedicarse al libre comercio no restringido, hasta el más pequeño de los territorios puede integrarse y disfrutar de las ventajas obtenidas a partir de la división del trabajo, pudiendo llegar incluso hasta convertirse en la gente más rica del planeta. La existencia de cualquier rico es una prueba palpable de este hecho. Por otro lado, si esa misma familia decidiera renunciar a toda forma de comercio con sus vecinos, de ahí surgiría una pobreza extrema o la muerte. De forma acorde, cuanto más pequeño es un territorio y su población, tanto más probabilidades habrá de que se promuevan los sistemas de libre empresa. El secesionismo, por lo tanto, y el crecimiento de movimientos regionales separatistas en Europa Occidental, no representan ningún anacronismo, sino que representa en potencia el más progresivo de los movimiento. La secesión aumenta la diversidad étnica, lingüística y cultural. Mientras que a lo largo de años de centralización cientos de culturas han sido erradicadas, ésta siempre acaba por eliminar la integración forzada surgida de la centralización, y en lugar de estimular una nivelación social y cultural, promueve la competición pacífica y cooperativa entre varios territorios y diferentes culturas. En particular, ello elimina los problemas relativos a la emigración que hoy día plagan a Europa Occidental y los EEUU. Hoy por hoy, siempre que un gobierno central permite la inmigración, se deja que los extranjeros puedan usar las vías públicas del Estado hasta llegar prácticamente a las puertas de casa de uno sin importar si se quiere o no vivir en tal proximidad. La "inmigración libre" se vuelve de esta manera una integración forzosa en gran medida. La secesión resuelve este problema dejando que territorios más pequeños tengan sus propias reglas de admisión y puedan determinar de forma independiente con quién quieren o no juntarse en su propio territorio, o con quién se prefiere cooperar desde la distancia.


En último lugar, la secesión promueve el desarrollo y la integración económica. El proceso de centralización ha resultado en la formación de un cartel internacional dominado por el gobierno americano que controla la inmigración, el comercio y la moneda FIAT, gobiernos que cada vez son más agobiantes y pesados, un estado global estatista de guerra/bienestar, y el estancamiento económico e incluso la disminución del nivel de vida. La secesión, si fuera los suficientemente grande, podría cambiar todo esto. Una Europa que consistiera en cientos de territorios y ciudades independientes (tal y como pasa hoy día con casos tan atípicos como San Marino, Mónaco o Andorra), con el aumento de las posibilidades migratorias motivadas por causas económicas, estaría gobernada por gobiernos pequeños pero integrados por medio de la cooperación económica, el libre comercio y un dinero de mercado internacional como el oro. Ésta sería una Europa que disfrutaría de un progreso económico y prosperidad sin parangón en la historia. 

Thursday, 5 June 2014

La Marca Hispánica

El Austroliberal, Birmingham 6 de Junio de 2014, por Jorge A. Soler Sanz.

La Marca es ese territorio desolado y fronterizo, tierra de nadie, que se establece como zona de contención frente a un enemigo común y despiadado que amenaza con aniquilar nuestra cultura. El término parece que surge de un tronco proto-germánico, marko (mörk en nórdico primitivo), que evoluciona hasta el inglés antiguo, marka, a partir de su adopción por el reino de Mercia, al que llega a través de los sajones (meark, marches). El término deriva de merki, que significa "frontera" o "signo." En el inglés antiguo, el término se usaba como referencia al terreno de nadie que ocupaba la frontera de separación entre el imperio romano y el mundo anglo-sajón. La Marca (the marches) representa un tema recurrente de la literatura medieval épica que llega hasta nosotros a través de la literatura de ficción y de novela caballeresca. En el Señor de los Anillos, por ejemplo, Frodo lo pasa especialmente mal cuando de camino a Mordor se encuentra perdido con su amigo Sam en La Marca (The Marches). "Marca" es sinónimo de desolación y guerra, de terreno fronterizo de nadie habitado por fuerzas que se encuentran en perpetuo combate.


Lo normal ha sido que condes y "marqueses" se hayan ocupado de tales terrenos fronterizos. A principios del siglo IX, Carlomagno comenzó a otorgar un nuevo tipo de cesión de la tierra; es decir, el aprisio, que cedía tierras anteriormente ocupadas por la corona imperial en zonas desiertas o abandonadas. Se trataba de títulos o cesiones señoriales que se concedían con determinados derechos especiales e inmunidades al objeto de hacer la repoblación de tales zonas más atractiva a sus posibles propietarios. Sin embargo, lo normal es que los nuevos inquilinos, que eran propietarios señoriales y autosuficientes, acabaran haciendo los trabajos de contención frente a las hordas armadas que amenazaban al imperio bajo las órdenes del conde de turno. Fue más bien la distancia y las dificultades de comunicación lo que permitió que estas cesiones al final se convirtieran cada vez más en núcleos autónomos y autosuficientes con su propia jerarquía militar dominante.

La Marca Hispánica surge a partir de las labores expansionistas de Carlos Martel al sur de los Pirineos. Los francos crearon de forma tácita la Marca desde el preciso instante en que retomaron, frente a la invasión musulmana, el noroeste de ese territorio que anteriormente había ocupado el reino visigodo y que en la época se encontraba en manos del califato de Córdova. El primer condado que se tomó de los árabes fue la comarca del Rosellón, año 760; luego se retomó Gerona, 785, Urgel, 798 y Barcelona, 801. En su origen, el carácter étnico de los habitantes de la comarca vino definido por íberos, vascos y godos, pero también por judíos que anteriormente habían estado subyugados por los árabes. Es de esa maraña y confusión inicial de regiones y distintas jurisdicciones que surgieron los principados independientes de Navarra, Aragón y Cataluña. Antes de su anexión por Aragón en el año 1035, por ejemplo, las comarcas de Jaca y Ribagorza, constituían apéndices del reino de Navarra.

La forma de organización social y de gobierno de estas comarcas seguían los patrones propios del derecho consuetudinario pirenaico. El rey, por ejemplo, era considerado como un igual o PRIMUS INTER PARES entre la nobleza, frente a los cuales sólo se distinguía por sus títulos de propiedad. Lo frecuente de la época era que uno de los nobles, al que se otorgaba el cargo de "justicia," se encargara de que el rey respetara las leyes del lugar. En el reino de Aragón, por ejemplo, era obligatorio que el rey jurara lealtad a las leyes del reino antes de poder tomar la corona (ley aragonesa). "En Aragón antes de rey hubo ley" o "antes fueron leyes que reyes" son dichos del saber popular que vienen precisamente de esa época.

Tanto Pamplona como Navarra, por ejemplo, constituían en la época territorios jurisdiccionales diferentes. En los relatos de la época se distinguía entre la capital vasca y la comarca de Navarra ("In Hispania, vero Navarrensis et Pampelonensis"). En las Crónicas de Fontenelle, por ejemplo, se dice que "Induonis et Mitionis, ducum Navarrorum" (Induonis y Mitionis son los líderes de Navarra). En el año 905, una crónica leonesa menciona la extensión del reino de Pamplona por primera vez, que por aquel entonces se extendía desde Nájera y Arba (Araba) [i]:

El Rey cuyo nombre es Sancho Garcés se levantó en Pamplona en el año 944. Se trataba de un hombre que poseía una devoción y fe inquebrantable en Cristo, pio con todos los fieles y piadosos a favor de los católicos oprimidos. ¿Queréis que diga más? En todas sus acciones fue un gran guerrero contra las gentes de los ismaelitas; infligió múltiples desgracias a los saracenos. Fue este mismo el que capturó todos los recintos fortificados de la zona de Cantabria, desde la ciudad de Nájera a Tudela. En verdad éste repobló toda la tierra del Degium (Monjardín, cerca Lizarra) con sus pueblos. Subyugó a la región de Arba de Pamplona a su ley, y conquistó también todo Aragón (por aquel entonces Jaca y sus alrededores) con sus castillos. Después, tras sorprender a todos los infieles, en el doceavo año de su mandato, éste dejó el mundo. Fue enterrado en el portal de San Esteban (Monjardín), y reina con Cristo en los cielos (el rey Sancho Garcés murió en el año 964).[ii]

En su origen, la Marca Hispánica estaba compuesta por los poblados de Ribagorza, Jaca, Sangüesa, Sobrarbe y Pamplona en conjunción con los condados catalanes y la marca de Gothia (Rosellón, Vallespir y Fenollet principalmente). Andorra es en verdad un legado de aquella época y su historia reciente da cuenta de una comarca que siempre se negó a formar parte de España o de Francia.

Resulta incorrecto hablar de impuestos en este contexto, pues los fisc (del Latín fiscus, que es de donde se deriva la palabra "fiscal") se aplicaban durante la época carolingia a las zonas ocupadas por parte de estos señores feudales  que, en lo fundamental, cedían directamente parte de sus ingresos al monarca de forma voluntaria (según lo estipulado entre el monarca y sus nobles) en forma de especia. De hecho, en ausencia de una unidad monetaria de medida que permitiera el pago de estas tasas de forma más líquida, y ante las dificultades de transporte y almacenamiento, el rey franco solía verse obligado a transitar de un lugar a otro para satisfacer sus necesidades. Sin una unidad de medida impositiva dada que garantice la liquidez de los pagos al Estado, el rey se veía obligado a demandar para si en forma de especias, lo que no siempre satisfacía sus necesidades. La unidad que el rey ponía a disposición de sus nobles súbditos (es decir, tierras desoladas y caídas en la desfortuna fiscal), era bastante líquida, pero no así los pagos con que estos pretendían recompensar tales cesiones a título de propiedad. Carlomagno en verdad nunca tuvo éxito a la hora de abolir el patrón oro y el establecimiento de la libra carolingia, la cual perseguía la estabilidad monetaria y de intercambio. De hecho, tras la muerte de Carlomagno, su sistema de acuñado fue abandonado de forma paulatina y sustituido por la moneda de oro inglesa que circulaba en la época.

Y, sin embargo, ha sido esta división territorial interna, en conjunción con la falta de un sistema monetario unificado, lo que permitió el auge y prosperidad económica de estas regiones, que en última instancia constituyó la razón de que éstas fueran tan atractivas a la hora de unificar la nación y tasar de forma cabal a sus ciudadanos. Cuanto más pequeñas e independientes son las naciones que componen un territorio, tanto más prosperidad y riqueza éstas proporcionan, lo que a su vez constituye en verdad un incentivo para unificar y cobrar impuestos. La historia de España, como nación histórica, ha sido una de conquista y dominación; no una basada en acuerdos voluntarios. Lo propio de la época de la Marca Hispánica viene definido por una autoridad que tiene competencia, y los vacíos jurisdiccionales que tal sistema proporciona siempre son ocupados por la actividad económica y comercial de los individuos. Esto fue precisamente lo que permitió también tal prosperidad y riqueza económica en los condados y reinos independientes del norte de Italia en una época posterior. La autoridad compartida entre el Emperador Maximiliano y el papa de Roma chocaban en esta zona, siendo ese vacío y duda constitucional lo que permitió el surgimiento de una nueva clase incipiente y la prosperidad económica.










[i] Crónica Albeldense (CSIC)
[ii] In era DCCCCXLIIII surrexit in Panpilona rex nomine Sancio Garseanis. Fidei Xpi inseparabiliterque uenerantissimus fuit, pius in omnibus fidefibus misericorsque oppressis catholicis. Quid multa? In omnibus operibus obtimus perstitit. Belligerator aduersus gentes Ysmaelitarum multipficiter strages gessit super Sarrazenos. Idem cepit per Cantabriam a Nagerense urbe usque ad Tutelam omnia castra. Terram quidem Degensem cum opidis cunctam possideuit. Arbam namque Panpilonensem suo iuri subdidit, necnon cum castris omne territorium Aragonense capit. Dehinc expulsis omnibus biotenatis XX' regni sue anno migrauit a seculo. Sepultus sancti Stefani portico regnat cum Xpo in polo (Obiit Sancio Garseanis era DCCCCLXIIII).