El Austroliberal,
Birmingham 5 de Junio de 2014, por Thomas H. Naylor, traductor Jorge
Antonio Soler Sanz.
¿Por qué habría uno de
considerar seriamente a esta pequeña nación alpina que se sitúa entre Suiza y
los Alpes austriacos con una población de sólo 35000 individuos distribuidos a
lo largo de 62 millas cuadradas, sin aeropuerto, un hospital, 155 millas de
carreteras asfaltadas y que sólo posee un servicio de trenes irregular? Porque
tiene el mayor PIB por persona del mundo cuando éste se ajusta con la paridad
del poder adquisitivo (más de 140000 dólares per cápita), posee la menor deuda
exterior, y posee el segundo índice de desempleo más bajo de entre todos los países
(que en la actualidad posee un índice tan bajo como el 1.5%). Y sucede que el Principado de Liechtenstein es
el único que ocupa tal lugar.
Liechtenstein es una
monarquía constitucional organizada en torno a una democracia parlamentaria
unitaria que dispone de un príncipe reinante bastante benevolente y cuyo nombre es
Hans-Adam II. Desde que la reforma constitucional del 2003 fuera implementada
por el Príncipe, los ciudadanos de Liechtenstein tienen en verdad el poder de
abolir la monarquía de forma efectiva. Hans-Adam II posee una filosofía de
gobierno bastante peculiar para tratarse de un monarca. Bajo su punto de vista,
los ciudadanos no deberían ser vistos como siervos del estado, sino más bien
como usuarios de una compañía de servicios de bien, que se conoce como "el
Estado," y cuyo fin es la de servir a sus clientes. Si los ciudadanos no
están conforme con los servicios prestados, estos podrán reemplazar a la
compañía que los proporciona, que principalmente, se trata del monarca.
"No os preguntéis lo que podéis hacer por el Estado, sino lo que éste
puede hacer mejor que cualquier otra organización a la hora de satisfacer al
ciudadano," dice el Príncipe.
Bajo el liderazgo de
Hans-Adam, Liechtenstein accedió a las Naciones Unidas en 1990 y al Área Económica
Europea en 1995, pero sin ser miembro efectivo de la UE, o de la OTAN.
Aunque Liechtenstein
siempre se mantuvo neutral durante las dos guerras mundiales, el país se convirtió
en una bolsa económica después de la segunda guerra mundial. La mayor parte del
crédito por ello se lo debemos al príncipe. Liechtenstein es mejor conocido por
su sector financiero, que representa un paraíso fiscal y lugar de negocios para
73700 corporaciones de todo el mundo. Aunque sólo dispone de 16 bancos, su
industria tecnológica de alta calidad manufactura una gran variedad de
productos, donde se incluye maquinaria e instrumentos de alta precisión, representando
el 36% de su PIB.
El príncipe de
Liechtenstein no recibe salario alguno por sus responsabilidades como jefe de
estado, ni por parte del estado ni de los contribuyentes. A diferencia de otras
monarquías, es el príncipe el que contribuye al coste total de la monarquía de Liechtenstein de su propio bolsillo o de los así llamados fondos privados de la Princely House. El
banco nacional LGT, por ejemplo, es propiedad de la familia real. La fortuna
personal del príncipe se estima en exceso de los 5 mil millones de dólares.
Muy como pasa en Suiza,
los banqueros de Liechtenstein no han quedado al margen del criticismo de Wall
Street, la banca europea, la UE y el Congreso de los EEUU, por causa del uso de
cuentas secretas que pueden ser usadas para evadir impuestos, evitar deudas y
desafiar sentencias judiciales. En Febrero del 2008, el banco LGT estuvo
implicado en un escándalo por evasión de impuestos en Alemania, lo cual tensó
las relaciones entre el príncipe y el gobierno de ese país.
A los banqueros
internaciones no les gusta el hecho de que los bancos de Suiza o Liechtenstein no
siempre jueguen a sus reglas.
En un intento de lavar la
imagen exterior del país, Liechtenstein ha firmado una serie de acuerdos con
EEUU y la UE relacionados con el lavado de dinero y el fraude, donde se
incluyen el Acuerdo de Información Presupuestaria con EEUU y el Acuerdo
Antifraude con la UE. El 27 de Junio del 2012, Liechtenstein y los EEUU
firmaron un acuerdo sobre la cooperación en la bolsa para prevenir y combatir
el crimen organizado (Agreement on Exchange
Cooperation in Preventing and Combating Serious Crime).
El príncipe Hans-Adam
siempre ha mantenido un marcado interés por el derecho de autodeterminación; tanto es así que en el año 2000 fundó el Instituto
de Liechtenstein para la Austodeterminación en la Universidad de Princeton.
El Instituto apoya la enseñanza, la investigación y la publicación sobre temas
relacionados, y que surgen de, la autodeterminación; especialmente,
esos que tañen al estado, el auto-gobierno, la
soberanía, la seguridad y las fronteras, con una especial consideración a los
temas étnicos, religiosos o socio-culturales que afectan a los actores
estatales y no estatales.
El 15 de Agosto del 2004,
el príncipe Hans-Adam II nombró a su hijo mayor, el príncipe heredero Alois,
como su encargado principal al objeto de prepararle para su sucesión en el trono.
Éste dedica ahora la mayor parte de su tiempo a manejar las finanzas de la
Princely House, escribir y participar en proyectos internacionales.
En el año 2009, el
príncipe Hans-Adam publicó un libro bastante interesante titulado The State in the Third Millennium (el Estado en el Tercer Milenio), donde éste expresa su visión única y personal sobre la función de estado a comienzos
del siglo XXI y distintas estrategias de cómo
lograrlo. Su perspectiva como jefe de estado de una monarquía reinante que
también es oligárquica y democrática, la democracia directa, es algo digno a
destacar.
Aunque yo no estoy de acuerdo con las ideas del príncipe, y de hecho
estoy en profundo desacuerdo con algunas de ellas, encuentro a la mayoría de
ellas bastante profundas. A diferencia de mi mismo, Hans-Adam es bastante
libertario, se encuentra bastante inclinado hacia el libre mercado y es muy
católico, pero muy listo.
Su comprensión geopolítica y de los mercados globales es bastante
sofisticada, por no mencionar su sofisticación psicológica. El príncipe
Hans-Adam parece saber en todo momento quién es y lo que implica su función
como monarca que se sitúa a la cabeza de un pequeño país europeo. Su falta de
orgullo es algo realmente refrescante.
Como libertario de carnet, el portafolio del príncipe sobre políticas
económicas para el tercer milenio no contiene sorpresa alguna. De manera
principal, lo que éste tiene en mente es la realización de un estado
libertario, si ello no fuera un oxímoron. El príncipe aboga por la
privatización del estado del bienestar, la eliminación de subsidios, un sistema
educativo que permite a los padres elegir el centro educativo, un sistema de
impuestos sobre el valor añadido (IVA), poca o ninguna deuda exterior, la
propiedad privada de los derechos mineros y un sofisticado dinero de mercado
basado en los metales preciosos.
Las 11 municipalidades que componen el principado disponen, desde la
reforma constitucional del 2003, del derecho de autodeterminación. El príncipe
señala de forma adecuada que las 15 repúblicas que componían la antigua Unión
Soviética también poseían en teoría tal derecho de autodeterminación, si
bien éste nunca fue ejercido.
El libro de Hans-Adam concluye con un borrador constitucional como
prototipo del estado del tercer milenio, tanto si se trata de la monarquía (el Reino
X) o una república (la República Y). Aunque nunca he sido un gran fan de las
monarquías, la idea me ha pasado por la cabeza, "¿la diferencia
entre una monarquía y una república es tan grande como se pretende hacer creer?"
Puede que sí, o puede que no.
La apertura de la embajada de Liechtenstein en Washington D.C. en el
2002 no representa más que otro ejemplo de cómo Hans-Adam ha tratado de
reforzar los lazos con los EEUU.
La página web de la embajada contiene una gran colección de fotografías
con dignatarios de estado, tales como los Obamas o Hilary Clinton. En una
entrevista del 2010, se dice que Hans-Adam mantuvo que " los americanos nos
salvaron durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría" ¿Pero implica
eso que Liechtenstein le deba el alma a EEUU por ello? Según parece, sí.
De forma contraria a lo que cabría esperar de un país que ha disuelto a
su ejército en 1868 por motivos económicos y que es gobernado por un libertario
del tipo "vive y deja vivir" y que se encuentra comprometido con el
derecho de autodeterminación, Hans-Adam defiende la idea de que los EEUU
representa una policía mundial. Es decir, en caso de que países tales como Irak,
Libia, Corea del Norte o Siria dispongan de regímenes autoritarios que no
cumplan las normas impuestas por EEUU, estos podrán invadirlos al objeto de
obligarles a aceptar las normas impuestas por la democracia. Aunque el príncipe ha
alabado muy positivamente a EEUU por su invasión de Irak, éste propone que EEUU
se alíe con la UE para reconstruir el país por medio de un sistema
constitucional y democrático al uso que reemplace al anterior tras su invasión
y derrota por parte del imperio.
¿No es esto lo mismo que acostarse con el imperio americano y apoyar su
política agresiva exterior que persigue la dominación en todos los órdenes y la
sobre-expansión del imperio partiendo de la idea de que el poder es la ley?
¿Estaría también de acuerdo el príncipe con los ataques perpetrados por drones,
Navy Seals o escuadrones de la muerte contra todos aquellos que han tenido la
desgracia de caer en la lista negra de la Casa Blanca? Todo esto por parte de
un monarca culto, bien educado que además es un defensor acérrimo del derecho
de auto-determinación.
¿Qué sentido tiene esto?
¿De qué tiene tanto miedo el príncipe? ¿Quién querría invadir
Liechtenstein? ¿Y si así fuera, con qué objetivo?
El príncipe Hans-Adam II posee unas cualidades y posición únicas que le
permiten ser el defensor más destacado de la idea de autodeterminación por todo
el mundo. En efecto, las naciones más pequeñas del mundo como Bután, Costa
Rica, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Senegal, Suiza y Suecia, y esas
que aspiran a ser una nación como el País Vasco, Kurdistán, Quebec, Escocia,
Osetia del Sur, el Tibet, Vermont y el Sahara del Este necesita su apoyo de una
manera especial al objeto de hacer frente a mega-naciones como EEUU, China,
Rusia, India, Japón y Brasil.
Con admiración y respeto pido al príncipe que éste sea capaz de
reconsiderar su posición. El futuro del planeta está en juego.
28 de Agosto de 1012
Thomas H. Naylor es
fundador de la Second Vermont Republic y
profesor emérito de econmía de la Duke University. Éste es autor de Secession: How
Vermont and All the Other States Can Save Themselves from the Empire, The Vermont
Manifesto: The Second Vermont Republic y co-autor de Ajjluenza, Downsizing the USA,
and The Search for
Meaning.
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